XI. ¡Y nos mudamos a Mérida! (1969)

Desde 1968 mi papá estaba trabajando en una empresa distribuidora de alimentos, Chuma, como vendedor mayorista. En 1969 le fue propuesta la gerencia de una sucursal en los Andes, al principio iba a ser Valera, pero finalmente fue Mérida la ciudad seleccionada. Esta vez él se fue primero,
Catedral de Mérida
mientras nosotros terminábamos el año escolar. La empresa le ayudó a cambiar la vieja Opel por una nueva camioneta Hillman Hunter color ocre. Mientras estuvo en la Ciudad de los Caballeros sin nosotros, vivió en una residencia estudiantil. Creo que disfrutó mucho ese tiempo con los estudiantes de la ULA porque siempre nos contaba anécdotas de sus travesuras.

De manera pues, que el inicio de 1969 nos tomó sin nuestro padre en la ciudad. Cuarto grado en el colegio seguía su curso, sin ningún problema. Daniel Belloso Leyba, Franklin Arenas, Leonardo González, Jorge De Oteiza, mi primo Carlos Sideregts, Hugo Nava y Giancarlo Piletti eran con quienes más tenía relación de amistad, todos estudiábamos en la sección A, los de la sección B siempre fueron nuestros rivales ¡hasta quinto año!, pero no era por cuestiones de competencia, ni por nada que no fuera algo diferente a que cada grupo formó su propio esprit de corps.

Álbum de banderitas del mundo (mi colección)
Estando en cuarto grado se puso de moda un álbum de banderitas de los países del mundo, en realidad no era un álbum, sino una hoja grande donde tenían marcados los espacios para pegar las banderas. Eran 102, me acuerdo de la cantidad exacta por que la 102 era la bandera de las Naciones Unidas, era la más difícil y la que nunca pude tener. Me gustaban tanto esas tarjetitas que no las pegué en la hoja, quería tenerlas individualmente para mí, guardarlas en una caja, ¡y esas tarjetas aun las conservo!. Fue otro de las cosas de la vida que me fueron abriendo la mente hacia una visión internacional, hacia una mentalidad de ciudadano mundial.

Filatelia
Desde su juventud, mi papá era un muy disciplinado filatelista, es decir coleccionista de estampillas. Tenía todo bien organizado en álbumes y clasificadores, sin embargo todavía tenía cajas de estampillas aun sin clasificar y que yo me divertía observando y es escudriñando. Me interesó mucho el asunto y mi papá me fue explicando todo lo relativo a este singular pasatiempo, puedo decir que también me hice filatelista. Si las banderitas me hicieron volar la
Emitida en 1891 (De mi colección)
imaginación, la filatelia fue un salto hacia mis deseos de conocer el mundo y viajar por todos esos países. Recuerdo haber pasado horas y horas revisando el famoso catálogo Iver & Thellier de la no menos famosa Ancienne Maison Théodore Champion. Al principio coleccionaba todo lo que me caía, hasta que mi papá me dijo que eran tantas las estampillas del mundo que no era posible tenerlas todas, que había que seleccionar un tema, él coleccionaba solo las estampillas de Venezuela, Brasil y Alemania. De manera que seguí su consejo y me uní a él con el tema Venezuela. Los álbumes los vendían hechos, pero mi papá prefería hacer el suyo, y dado que ya no tenía tanto tiempo para eso, me explicó cómo hacerlos y luego me encargué yo de diseñar y hacer cada página, que básicamente correspondía a una serie. También teníamos los catálogos venezolanos con información más detallada que la que proporcionaba el Yvert, sin embargo, seguíamos su codificación. Usábamos una cartulina negra tamaño carta y con tinta china blanca, plumillas, plantillas y pantógrafos, escribíamos las leyendas. Sin embargo, yo no aguanté las ganas y
De varios países (De mi colección)
seguía coleccionando las internacionales aun cuando sabía que nunca terminaría ninguna colección. Pero es que el solo pensar que esos pequeños papelitos venían de sitios tan distantes, tan extraños, que me hacían estudiar más sobre los países e idiomas del mundo. Me gustaban mucho las que venían de la India y de las colonias británicas en África, como Tanganyika, Bechuanaland y Zanzibar. Mi papá estaba suscrito a la revista El Eco Filatélico, que se editaba en Madrid, y que tenía una sección de anuncios de personas que deseaban tener correspondencia para intercambiar sellos postales, y con varios tuve intercambio epistolar. Duré unos cuantos años como filatelista activo, y tengo que decirlo, la verdad es que tengo muchos años sin ver una estampilla, pareciera que el correo electrónico y las llamadas redes sociales acabó o al menos redujo al mínimo la producción de estampillas. No recuerdo la última vez que fui a una oficina de correos, que antaño era uno de los lugares más visitados por mi.

El Club Net
Al poco tiempo de habernos mudado a nuestra casa de la calle 61A, a mi papá se le ocurrió la idea de hacernos, a Jorge y a mi, una casita de juegos en el patio de la casa, no recuerdo haberle pedido eso, y creo que Jorge tampoco, de manera que concluyo que fue su idea. En aquellos tiempos, yo había “fundado un club infantil para juegos”, al que le llamé Club Net, el nombre no significada nada, creo que estuve influenciado por el programa juvenil de televisión llamado el Club del Clan. Así pues, mi papá nos sorprendió un día diciendo les voy a hacer una casa para que sea la sede del club en el patio. Compró tablas, listones (desconocía esta palabra, la aprendí con esta actividad), clavos y demás materiales de carpintería y en un fin de semana quedó lista, tenía una solo “ambiente” con una puerta y dos ventanas. Muy buena quedó la casita de juegos, algunos años después, mi tío Monzón, que ocupó la casa mientras estábamos en Mérida, le hizo un piso de cemento, que sirvió de casa del pastor alemán de mi tío llamado Busú. Duró yo creo que más de diez años, ¡hasta que fue demolida!.

Los miembros del club éramos: nuestro primo Carlitos Sideregts, nuestro vecino del frente, Gustavo Henríquez, Jorge y yo. A veces venía como invitado el vecino de la avenida 13A, Arturo Fernández. En la casita jugábamos juegos de mesa, o simplemente íbamos a conversar, a veces, para hacer más interesante la estadía, nos montábamos en el techo o en la mata de caujil (anacardium occidentale) que estaba al lado.

La actividad más relevante de la que tengo memoria fueron los Juegos Olímpicos del Club Net, por supuesto altamente influenciados por los recién finalizados Juegos Olímpicos de México 68. Hicimos las medallas aplastando con un martillo tapas metálicas de refresco (chapas), de las botellas de vidrio, las que tenían un sello de corcho. No sé de dónde sacamos la pintura, pero pintamos las “medallas” de oro, plata y bronce. Las competencias eran carrera de 10 metros planos, salto largo, salto alto, la vuelta a la casa y así. Ahora que lo pienso, todo lo hicimos sin salir de los límites de la casa, pudimos haber hecho unos 60, 70 y hasta 100 metros planos en nuestra calle 61A, o una “carrera de fondo” dando una o varias vueltas a la cuadra (calle 61A, avenida 13A, calle 66, avenida 14B y regresar a la calle 61A). Carlitos ganó casi todas las competencias de velocidad, siempre fue quien más corría, también fue uno de los mejores corredores en el colegio, como sprinter y fondista. Me parece que él resultó el ganador de los juegos con casi todas las medallas de oro. Yo siempre fui “maleta” en los deportes, salvo en ping pong y algo de fútbol.

Avión de Viasa cae sobre La Trinidad y Ziruma
El 4 de marzo Gisela cumplió 15 años, los celebró con una fiesta en nuestra casa, fue una fiesta con muchos invitados y muy animada, tal como se hacían en esa época, con algunos “sets” de música lenta, o música “bailar en el ladrillito”, y por supuesto la movida como las de la Billo’s Caracas Boys, Los Melódico y el Super Combo Los Tropicales.

Vuelo Viasa 742, Edición de Panorama 17.03.1969
Pocos días después, el domingo 16 de marzo era el día de la Verbena del colegio, evento que se venía realizando desde hacía unos pocos años para recolectar dinero destinado a la construcción de la escuela artesanal en el sector Los Estanques. Mis padres participaban activamente en estas verbenas, mi mamá haciendo comida o dulces que vendían allá y mi papá con el juego de la moneda en el plato. Este juego consistía en lanzar una moneda a un plato de taza de café grande que estaba en una ponchera o paila con agua, el plato flotaba allí, y los jugadores, desde una distancia prudencial, lanzaban una moneda al plato, si ésta se quedaba allí, se le devolvía 5 veces el valor, de lo contrario quedaba en el fondo y sería parte de la donación para la escuela. En estas verbenas habían muchos otros juegos, ventas de comida, postres, refrescos, películas, rifas, bingos. Había algo que llamaban “tómbola”, uno compraba un número que se tomaba al azar dentro de una caja, la mayoría de las veces el papelito decía “muchas gracias por su donación”, otras veces tenía un número el cual estaba asignado a un objeto que previamente había sido donado por los alumnos semanas atrás y que estaban expuestos al público para animar a participar. En este juego nos ganamos un gran termo marca Igloo, con válvula dispensadora de líquidos, durante muchos años nos sirvió para nuestros paseos a la playa.

Todo iba muy bien, la verbena estaba en su punto más animado, cuando, pasadas la una de la tarde, anuncian por el sistema de parlantes del colegio que se va a suspender la verbena debido a un accidente aéreo ocurrido en horas del mediodía y en el que lamentablemente habían fallecido muchas personas. Inmediatamente hubo un silencio y seguidamente todo el mundo comenzó a preguntar y a comentar, se corrió la voz que un avión de Viasa, que salió del aeropuerto de Grano de Oro se estrelló al apenas despegar, cayendo como una bola de fuego sobre Ziruma y La Trinidad, al norte de Maracaibo. Todo comenzó a recogerse, la gente se apresuró a salir para buscar más información. Nosotros nos fuimos con nuestra prima María de Lourdes, en su flamante Ford Fairlane 1969, a casa de nuestra tía María en 5 de julio con calle 3F. Allí estuvimos un buen rato viendo la noticia del accidente aéreo por televisión. Fue un DC-9 de Viasa, avión que apenas tenía dos semanas volando, y que se dirigía a Miami. Al parecer, a la aeronave le costó levantar vuelo por el sobrepeso y chocó con unos postes a la entrada de Ziruma, causando que este cayera sobre las casas de este barrio y algunas otras en la urbanización La Trinidad, murieron los 74 pasajeros, 10 tripulantes y más de 100 personas que estaban en sus casas.

María de Lourdes nos dijo, vamos a acercarnos hasta allá para averiguar cómo están las cosas, nos fuimos todos en su carro, la humareda se veía a la distancia, nos dirigimos hacia la zona, pero por supuesto, era imposible acercarse, nos dio el olor a quemado y nos retiramos. Fue una verdadera tragedia.

¡Toda la familia a Mérida!
Tan pronto terminamos el año escolar nos mudamos a Mérida, mi papá había alquilado una casa muy bien ubicada en la avenida Urdaneta, según nos contó él, la casa no tenía número, de manera que él mismo le asignó uno, tomando en cuenta la numeración de los vecinos, midió la distancia hasta la calle 50, le dio 30 metros y mandó a hacer una placa con el 50-30, meses después, alguna instancia municipal lo cambió a 50-39, me parece extraño este asunto, pero así fue.

Parque Tibisay, cerca de nuestra casa
Nuestra casa quedaba frente a un pequeño parque que tenía un mini laberinto, columpios y “piscinas de arena”, estaba entre el parque de Los Escritores y el Parque Tibisay. Tenía en un segundo piso un cuarto con su propio baño, el cual se le alquiló al hermano de un amigo de mi papá que estudiaba medicina en la ULA. Este personaje resultó ser bastante amigable y con frecuencia jugaba con Jorge y conmigo juegos de pelota en el patio de la casa. ¡Y en el patio había una pequeña piscina circular!, de apenas unos 60 cm de profundidad y quizás dos metros y medio de diámetro, nosotros disfrutamos mucho de esa piscina. Había una mata de toronjas y cuando había mucha “cosecha” jugábamos con las toronjas en la piscina como si fueran pelotas, algunas se rompían y esparcían su jugo en el agua, de manera que a veces parecía que nos bañábamos en una gran ponchera de jugo de toronjas.

Abajo había una sala, un cuarto de estudio cuya ventana daba a la avenida, un comedor, la cocina, una especie de patio interno al cual se le había colocado un techo para el resguardo de la lluvia y el sol, allí estaba la mesa de comer de diario, y a veces, por las noches, entraba neblina por allí. La casa tenía tres cuartos grandes, la de mis padres, la que usaba Gisela y la de Jorge y yo.

Pero lo mejor de todo es que quedaba muy cerca el colegio donde nos inscribieron. Se trataba del Colegio La Salle, nos podíamos ir caminando, ya que de la puerta de la casa a la entrada del colegio habría unos 400 metros.

El tiempo que pasé en Mérida fue uno de los períodos más felices de mi niñez, ¡y eso que no queríamos salir de Maracaibo!. Un poco antes de comenzar el quinto grado en nuestro nuevo colegio, recibimos a nuestro primo Carlitos, que vino a pasar un año con nosotros. Eso nos ayudó a que no nos pegara tanto entrar a un nuevo curso sin conocer a nadie.

Primeros días en el Colegio La Salle
El colegio era muy grande, aun más que el Chiquinquirá, tenía dos inmensas canchas de fútbol, con su césped muy bien cuidado. Un buen patio interno alrededor del cual estaban los salones de clase en dos pisos. Casi todos los de primaria estaban abajo y los de secundaria arriba. Al igual que en los Maristas de Maracaibo, era de puros varones, sin embargo, precisamente ese año abrieron tercero, cuarto y quinto año cupos para muchachas. Mi hermana Gisela comenzó en tercer año, y solo eran cinco muchachas y como 40 muchachos.

Nuestro profesor se llamaba Gustavo, no recuerdo su apellido. Fue muy buen profesor y con mucha sensibilidad humana. Los hermanos de La Salle todos usaban sotana con una especie de pieza blanca que algunos por no saber su nombre le decían “babero”, una vez le pregunté a uno de ellos por ese accesorio y me dijo, los hermanos maristas también lo usaron hasta no hace mucho. Pues yo nunca los vi.
Al igual que en nuestro colegio anterior, éramos como 40, pero era una sección por grado/año, de manera que quizás el colegio era más grande en terreno, pero menor en cantidad de alumnos. Entre los compañeros recuerdo esán Delfín Eduardo Viera, Bottaro, Araque, Syr José Dávila, Chuecos, Kowalski, Gadler, Joseph Davis Páez (El Tachi), Valecillos y mi mejor amigo Francisco “Pacho Pepe” Palazzi.

En otras entregas escribiré más sobre mis días en el Colegio de La Salle tan querido… como dice el himno.

El hombre en la Luna
Tomé consciencia de la llamada carrera espacial entre Estados Unidos y la URSS con la noticia del Apolo 8. Antes de esta misión supe de las misiones Gémini, los chimpancés en el espacio, Yuri Gagarin, Valentina Tershkova y así, pero solo comprendí el asunto con todo el boom propagandístico del Apolo 8. Esta fue la primera vez que una nave tripulada llegara a la Luna, sin alunizar. Esto ocurrió en diciembre de 1968, los tripulantes fueron Frank Borman, James Lowell y William Anders. Todo el mundo hablaba de esto, hasta en la TV dijeron que los astronautas se habían llevado una grabación de la canción llamada Aquarius, del grupo Quinta Dimensión:

          and Jupiter aligns with Mars
          then the peace will guide the planets
          and love will steer the stars
          this is the dawning of the age of Aquarius

y cada vez que escucho esta canción me acuerdo de la misión Apolo 8. Como la novedad era que llegaron a la luna, las misiones Apolo 9 y 10 no fueron tan comentados, pero lo que si fue noticia grande, y el tema, ¡El Tema! fue la misión Apolo 11. Para los venezolanos tenía doble impacto: 1. Primera vez que el hombre dejaría su huella en suelo lunar y 2. Sería la primera transmisión en vivo, vía satélite, gracias a la flamante estación rastreadora de satélites recién instalada en las afueras de Maracaibo (en la vía que va al aeropuerto de Caujarito, aun no inaugurado).

Neil Armstrong (NASA)
Todo lo relativo al Apolo 11 nos tomó en Mérida. La primera transmisión en vivo, vía satélite de la televisión venezolana, fue el 15 de julio de 1969, cuando se transmitió una conferencia de prensa dada por los tres astronautas que al día siguiente iniciarían su histórico viaje a la Luna. El Saturno V, el gigantesco cohete diseñado por Werner von Braun (1912-1977) y su equipo, inició su vuelo el 16 de julio, y el 20 de julio a las 4:18 pm (hora de Venezuela, 20:18 UTC) se posaría sobre nuestro satélite natural. Todo ese día no había más que noticias y comentarios sobre la misión Apolo, nosotros nos reunimos en el cuarto de arriba, con el estudiante inquilino y en su pequeño televisor vimos el alunizaje, todos los comentarios previos eran moderados por Renny Ottolina, que me acuerdo que dijo algo así como sería un hermoso gesto que todas las campanas de las iglesias del país sonaran al momento de que el hombre tocara la superficie lunar. Llevábamos rato esperando el gran evento, histórico, iba a poder decir Yo ví cuando el hombre puso el pie en la Luna por primera vez ¡y en vivo!. De pronto hubo un silencio, se abrió la puerta del módulo lunar, apareció Niel Armstong, comenzó a bajar por la escalerilla, fueron unos segundos, pero pareció una eternidad, por fin dio el último brinco y entonces dijo la famosa frase, That’s one small step for [a] man, one giant leap for mankind1. Por cierto, no escuché las campanas de las iglesias, quizás porque no había ninguna cerca o porque realmente no las tocaron.

Siguieron otros viajes a la Luna, pero poco a poco el público fue perdiendo interés y finalmente se canceló el programa con el Apolo 17 en 1972.

El mundo en 1969
La Guerra de Vietnam estaba en escalada, la recuerdo por las noticias, sin entender mucho. Lo que sí entendía era el movimiento hippie, jóvenes que se rebelaron contra la guerra, su lema Peace and love aun se escucha. Simpatizaba con ellos, pero también llegaban a extremos con los que no podía estar de acuerdo, uso de drogas (el LSD estaba muy de moda), el amor libre, y en parte, la falta de aseo.

Muy publicitado fue el Festival de Woodstock, llevado a cabo cerca de ese pueblo en el estado de New York del 15 al 17 de agosto. Participaron artistas
Afiche Festival de Woodstock
famosos y no tan famosos, entre los famosos (o por lo menos los que conozco) estaban The Who, Ravi Shankar, Joe Cocker, Joan Baez, Santana, Earth, Wind & Fire, Neil Young, Jimmi Hendrix y Janis Joplin. En Venezuela no fue tan fuerte el movimiento, sin embargo uno que otro hippie se dejaba ver por allí, y la droga popular era la marihuana.

Otra guerra terrible fue la de Biafra, esta duró desde julio del 67 a enero del 70. Se originó porque, explicado de una forma muy simplista, la región sur oriental de Nigeria, rica en petróleo, se quiso independizar bajo el nombre de República de Biafra. La guerra causó una hambruna tal que muchos murieron de hambre y enfermedades. La televisión y la prensa presentaban reportajes, más que con énfasis en la guerra, con énfasis en los niños con sus cabezas grandes, barrigas hinchadas por parásitos y enfermedades, y extremidades muy delgadas, casi en el hueso. Me impactaron mucho esas imágenes, nunca se me han borrado de la mente. Pienso que fue la primera vez que el mundo vio algo así tan patente, ya que eran cosas que estaban pasando y los medios de comunicación estaban mucho más desarrollados que antes de los años 60, alcanzaban a las grandes masas. Fue algo así como la Guerra de Crimea (1853-1856) donde por primera vez los periódicos ingleses enviaron corresponsales de guerra y el público británico se enteró de primera mano y con relativa rapidez, de los horrores de la guerra. Aquí en Venezuela se comentaba mucho sobre la Guerra de Biafra, y tendría que confirmarlo, pero hasta me parece que RCTV envió a un corresponsal a la zona para preparar un reportaje, estoy casi seguro que fue así.

Películas
Me acuerdo de dos películas ese año, las dos las pasaron en el Cine Glorias Patrias en Mérida, una fue Chitty Chitty Bang Bang, con Dick van Dyke, muy buena película, pero lo que más me gustó fue la canción, nominada al Oscar como mejor canción original de 1968, y dice

          chitty chitty bang bang we love you,
          and our pretty chitty chitty bang bang
          loves us too.
          High, low, anywhere we go on chitty chitty bang bang
          We depend
 
Afiche Chitty Chitty Bang Bang 1969
¿Y quién lo iba a creer? ¡la película está basada en un libro de Ian Flemming, el creador del Agente 007, James Bond.

El dueño del cine Glorias Patrias y otros más en los Andes, era un señor amigo de la familia, Valeriano Diez y Riega Mattera, era esposo de una prima de mi mamá, y no solo fue amigo de mis padres, ¡sino que de nosotros también!. Varias veces vino a nuestra casa a jugar con Jorge y conmigo futbolín, mi papá, que también era muy echador de broma no le quedaba otra sino jugar también. Tenía 6 hijas, según él, buscando al varoncito, y cuando lo tuvo mi papá le dijo, supongo que vas a parar la producción, a lo que le respondió Valeriano ¿Qué?, ¿Ahora que aprendía a hacer varones? ¡No vale!. Tuvo otro más. El se compró una de esas camionetas Volkswagen tipo van para llevar a toda la familia. Su esposa, la prima de mi mamá se llama Luisa. El papá de Valeriano, también llamado así, fue uno de los primeros empresarios de cadenas de cines en los estados Trujillo y Mérida. Valeriano nos regaló muchas veces pases de cortesía para ir a los cines Glorias Patrias y Gran Casino en Mérida, y para la película Chitty chitty bang bang, además, nos regaló a Jorge, a Carlitos y a mi un modelo de hierro del carro de la película.

La otra película es 2001 Una Odisea Espacial, de Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke. No pude verla en el cine esa vez porque era censura B, 14 años, y yo solo tenía 10. Sin embargo, en Youtube ya la he visto como 4 veces.

En la televisión
Uno de los impactos cuando llegamos a Mérida es que solo se podía ver el Canal 2, fue terrible para nosotros, ya que aunque veíamos algunos programas en el 2, como Radio Rochela, el canal que más nos gustaba era el 4.

Terrible eran los domingos, desde las 2 de la tarde hasta las 6 pm, transmitían las carreras de caballos con el juego del 5 y 6, narradas por el eterno Alí Khan, después venía La Feria de la Alegría con Henry Altuve de 6 pm a 9 pm, no nos gustaba mucho, pero a veces nos lo calábamos, y luego, a las 9 pm, Cine de Terror, ¡que no nos lo dejaban ver!, bueno a veces sí.

Esto nos sirvió para buscar otros entretenimientos dominicales, y entre Jorge, Carlitos y yo, no había momento en que no estuviésemos inventando algo.



Germán Montero Alcalá
13 de Noviembre de 2017


Notas
1 Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad. La letra “a” está entre corchetes porque hay una controversia de que si Armstrong dijo “step for man” o “step for a man”, lo correcto gramaticalmente sería “for a man”. Estando ya de regreso le preguntaron y él afirmó que dijo “for a man”, pero a los que les importa mucho esto, y saben cómo investigarlo, dicen que no lo dijo así.


¿Llegaron a la Luna o no?
Me sorprende cómo todavía hay gente que duda si el hombre llegó a la Luna o no, nadie tiene la verdad absoluta, pero mi razonamiento es el siguiente

El objetivo principal de toda la misión Apolo no fue llevar al hombre a la Luna por motivos de curiosidad científica, seguro que para la NASA si lo fue, pero no para el gobierno de los Estados Unidos que fueron los que financiaron el programa. El objetivo principal, no solo del Proyecto Apolo, si no de toda la carrera espacial, fue ganarle a la Unión Soviética. La URSS lanzó el primer satélite artificial en 1957, adelantándose a los Estados Unidos, luego éstos enviaron al espacio uno más poderoso, los soviéticos enviaron a un perro (Laika), los americanos dos chimpancés, los soviéticos a un hombre (Yuri Gagarin), los americanos a dos en misiones separadas (Alan Shepard y John Glenn), después la URSS dos hombres al mismo tiempo, y más adelante una mujer (Valentina Tereshkova) y luego un vuelo espacial no solamente de tres tripulantes, sino también sin trajes espaciales. La URSS comenzó su programa Soyuz para llegar a la Luna, los Estados Unidos establecen el programa Apolo. Finalmente el Apolo 11 pone a dos hombres sobre la superficie lunar, y ganaron la carrera. Con todos los millones de millones de dólares invertidos en esto, y especialmente el orgullo ¿quiénes serían los primeros interesados en decir que los americanos no llegaron a la Luna?, los soviéticos, por supuesto, ¿y han dicho algo?. Lo que alegan los incrédulos es que si la sombra de la bandera, que si la huella no es verdadera, que si la radiación… ¡ya lo hubieran dicho los soviéticos!. Seguir en esta discusión me parece una verdadera pérdida de tiempo.

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