I. Me lo contaron

Algunos aseguran que con un buen ejercicio de concentración es posible recordar el momento en que uno nace, y aun más atrás ¡desde el período de gestación!. Hice mi mejor esfuerzo pero no lo logré, lo que sé de desde que nací hasta que tendría unos tres o cuatro años me lo contaron mis padres, tíos, abuela y mi hermana mayor. Así que la fuente de información para estas líneas fueron ellos.

Nací en Maracaibo el 29 de noviembre de 1958, una hora antes de que el reloj indicara el fin del día, en la Clínica Paraíso, la vieja, la que estaba en la esquina entre la calle 77 (5 de Julio) y la avenida 17 (1). Quien atendió a mi mamá en el parto, el cual fue normal, fue su hermano, mi tío Miguel Ángel Alcalá y al parecer yo era el único que por esas horas estaba en dicha clínica, mi padre siempre me decía, que no había duda de que yo era el hijo de él y de mi mamá porque no había nadie más allí.

En esa época la gente no sabía el sexo del esperado hijo o hija hasta que naciera, mi papá estaba en la sala de espera mientras mi mamá estaba en la sala de parto. A los nerviosos papás les avisaban que ya había nacido la criatura mediante unas luces dispuestas en un lugar estratégico de la sala. Si se encendía la azul es porque nació un niño, si era roja es porque era niña, en mi caso, y porque mi tío quiso bromear con mi padre, encendió la luz roja primero, ¡es niña! dijo mi papá, luego se encendió la azul, ¡ahora un niño!, ¡morochos!, y finalmente se apagó la roja… ¿cómo quedamos?, entonces es solo uno y es niño.

Mi padre se llamaba Antimio de Jesús Montero Villalobos y mi madre Hercilia Elena Alcalá Chirinos, pero desde pequeña le decían Chilena, que es como su hermana mayor, Carmen Teresa, le decía. Es una combinación de Hercilia y Elena, al menos así le pareció a ella. Mi padre le decía solo Chile. Ellos se casaron el 2 de octubre de 1952, el 4 de marzo de 1954 nació mi hermana Gisela Esther, el “Gisela” no se por qué, pero el “Esther” es por el nombre de mi abuela Esther Villalobos de Montero. Muy vagos recuerdos tengo de Mamá Esther, ya que murió cuando yo tendría unos 6 ó 7 años.

Al nacer yo, mis padres vivían en casa de mis abuelos maternos, Miguel Ángel Alcalá, de los Alcalá de Oriente, de Ciudad Bolívar y de mi abuela, Hercilia Rosa Chirinos Trejo, es por eso que mi papá, echando broma me decía Germán Augusto Montero Alcalá Chirinos Trejo Villalobos Valbuena, creo que el Valbuena era el otro apellido de su mamá. Esta casa se llamaba Villa Hercilia y aun está en la calle 79 cerca de la esquina con la avenida 3F.

El nombre Germán viene del nombre de un pariente de mi abuela Hercilia llamado Germán Pocaterra, descendiente a su vez de unos italianos que llegaron al Zulia, algunos de los cuales se establecieron en la Guajira. El Augusto viene por quien fuera un gran amigo de mi padre y a quien le dio la responsabilidad de ser mi padrino de bautismo, Augusto Cubillán.

Hercilia Elena (Chilena) en la Plaza de la República
Mi papá y mi mamá se conocieron en la Shell, ambos trabajaron allí, al igual que una gran cantidad de personas de la ciudad y alrededores, la industria petrolera estaba en plena expansión. Si no trabajabas en la Shell (cuya oficina principal estaba en la llamada Avenida 5 de Julio, edificio Las Laras), trabajabas en la Creole con los americanos. Trabajaban como oficinistas, mi mamá comenzó a laborar a los 16 años en 1945. Me contó que una amiga le ayudó con alguna triquiñuela para ingresar, ya que la edad mínima requerida para trabajar era 18 años. Pues allí se conocieron, me contaba mi madre que a ella no le gustaba mucho mi papá porque le habían dicho que era muy tremendo, pero él insistió e insistió hasta que una combinación de galantería y palabreo, logró su cometido, y no sin algunos reveses, quizás con algo de
Antimio en Campo Carabobo
exageración una vez me dijo tu madre me hizo ver ocho veces a “Yo maté a Rosita Alvírez”(2) ya que la invitaba, me decía que sí iría y luego me dejaba con las entradas en la mano. Su lugar de paseo favorito era la Plaza de la República, con sus fuentes y hermosa jardinería, inaugurada en 1949, el mismo año de la Plaza Indio Mara cuando se cumplían los 500 años del descubrimiento para los españoles, del Lago de Maracaibo. Pues, como se ve, la capital zuliana estaba en franco crecimiento, la era del petróleo.

Sobre mis abuelos es poco lo que se, ahora que lo pienso. Por el lado paterno, mi abuelo se llama Luis Montero, maracucho y relojero de profesión, tenía su taller de relojería cerca de la Plaza Baralt, en la calle 96, murió antes de que yo naciera. Mi abuela se llamaba Esther Villalobos, de los Villalobos de Santa Cruz de Mara, los de la famosa “herencia”, casi todos los Villalobos del Zulia vienen de Santa Cruz, y desde hace muchos años vienen gestionando el cobro de una famosa herencia de grandes extensiones de tierra. Hasta a mí y a mis hermanos una vez nos metieron en el asunto como parte de los herederos, desde que tengo uso de razón estoy escuchando eso. Cuando conozco a alguien de apellido Villalobos le pregunto ¿eres de los Villalobos de Santa Cruz?, casi siempre me responden afirmativamente, y por supuesto luego viene la pregunta ¿y cómo va lo de la herencia?. Cada quien tiene su versión y sus anécdotas al respecto. Mi abuela se casó con mi abuelo a los 13 años, murió cuando yo aun estaba muy niño.

Por el lado materno, mi abuelo se llamaba Miguel Ángel Alcalá, oriundo de Ciudad Bolívar. Mi abuela nos contaba que una tía de él, tía Hortencia Alcalá, nunca se casó, vivió una larga vida, más de 90 años, fumaba mucho y era adeca muy activa. Repartía folletos en forma clandestina contra la dictadura de Pérez Jiménez. Recibía una pensión del gobierno por ser la pariente más cercana al Mariscal Antonio José de Sucre Alcalá. Mi abuelo Miguel Ángel se hizo marino y se vino a trabajar con la Shell en Maracaibo. Era el capitán de una pequeña embarcación llamada Zapara, que junto al Barboza, hacían el mantenimiento a las boyas que se encontraban en el canal de navegación desde la isla de San Carlos hasta el puerto de Maracaibo. Según me contaba mi abuela, esos barcos los trajeron desde Curazao, y fueron comprados por la Shell en Estados Unidos y al parecer fueron usados en la Segunda Guerra Mundial, cuando llegaron a Maracaibo, agentes aduaneros lo revisaron y encontraron unos cascos militares y muchas explicaciones tuvo que dar mi abuelo para que no lo detuvieran. Murió al poco tiempo de haber nacido yo, no tengo ningún recuerdo de él. Estos barquitos al salir de servicio fueron encallados frente a la Avenida El Milagro, estuvieron los dos allí por muchos años. Se veían de lejos y cuando pasábamos por allí mi mamá nos decía allá está el barco de papá, el Zapara. Cuando hicieron el Paseo del Lago, quedaron tan cerca que se podían ver los detalles, recuérdese que este parque fue hecho con relleno, robándole espacio al cuello del Lago. Allí estuvieron varios años hasta que fueron retirados. Mi abuelo Miguel tenía dos hermanas una llamada Carmen y otra llamada Luisa. Vivían en Caracas. Tía Carmen tenía su casa en el sector de Maripérez, al menos cuando yo nací. Lo que más me acuerdo de ella es que era muy, pero muy católica. Se casó con Manuel Bosque y tuvieron una hija muy simpática llamada María Antonieta.

De quien tengo más recuerdos es de la mamá de mi mamá, Hercilia Rosa. Nació en 1904 en Maracaibo. Hija de uno de los Pocaterra y de Adela, llamada por todos Mamá Adela. Era la única de ojos azules, destello genético de sus antepasados italianos. Era de baja estatura y una persona de mucha sensibilidad. Como buena abuela, nos consentía mucho. Me contó que vio el paso de cometa Halley estando en Motatán en 1910, debió haber sido un extraordinario evento para que se grabara un su memoria siendo una niña de apenas 6 años de edad. Otra de las cosas que me dijo fue que cuando era pequeña, tuvo que sacarse el pasaporte para ir a Caracas, ya que se fue vía marítima y el barco hacía escala en Curazao. El viaje por tierra era de varios días, quizás más de una semana. Cuando yo era niño, el viaje normal de Maracaibo a Caracas tomaba dos días, ya que mucha gente prefería pernoctar en Barquisimeto o Carora para pasar con la luz del día las terribles Curvas de San Pablo, algunos hasta hacían un toque técnico en el santuario del hermano Domingo Antonio Sánchez Perdomo, cerca de Puente Torres, al comienzo de la peligros carretera. Allí dejaban una vela encendida pidiendo protección. No supe de más familia de mi abuela, salvo que tenía una hermana llamada Carmen que vivía muy cerca de Villa Hercilia. Mi tía abuela, tuvo cinco hijos: Sigifredo, Rafael, Temilo, Alicia y María de Lourdes.  

Regresando a mis padres antes de yo nacer. Mi mamá estudió en el colegio El Pilar y mi papá en el colegio de los hermanos Maristas. Los hermanos Maristas llegaron a Venezuela en 1926 (un año antes de que naciera mi papá), por gestiones hechas por el obispo de Maracaibo que para aquel entonces era el Monseñor Marcos Godoy. El colegio quedaba en la calle 84, cerca de la Bola del Gas. Me contaba que con cierta frecuencia los llevaban a “palear tierra” en el gran hueco que había en el campo de fútbol donde hoy está el colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá en la avenida 8 con calle 79. Creo que era mala conducta porque cuando el colegio cumplió 50 años, en 1976, yo estudiaba allí 5to año de bachillerato y mi profesor de dibujo técnico y física era el hermano Bonifacio, que cuando vio a mi padre en el acto conmemorativo le dijo ¡Antimio, Antimio Montero!, ¿y este es hijo tuyo?, ¡pues no se parecen en nada, este es de muy buena conducta, y tu eras muy tremendo!.

Mis padres se casaron en octubre de 1952 y se fueron de luna de miel a Panamá y Costa Rica, muy buenos recuerdos porque siempre nos contaban de lo bien que la pasaron en esos países. En 1954 nació mi hermana Gisela Esther, yo en 1958, Jorge José en 1961 y Héctor José en 1967.

De mis hermanos, tíos y primos contaré más adelante.

Germán Montero Alcalá
Agosto 2017


Notas
(1) En estos tiempos (2017) funciona allí una especie de supermercado llamado “Cow".
(2) Película mejicana de 1947 con Luis Aguilar, María Luisa Zea y Amanda del Llano.

1 comentario:

  1. Muy buena historia conque Antonio josé de Sucre está en tu genealogía familiar; no lo imaginaba.


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