Lima ‘80
Basado en el libro del mismo nombre
de Germán Montero Alcalá
Los hechos y los personajes son reales*
Reescrito en 2019
de Germán Montero Alcalá
Los hechos y los personajes son reales*
Reescrito en 2019
Integrantes:
Gesualdo Apruzzese.
José Manuel Buitrago.
Germán Montero Alcalá.
Maracaibo,
Agosto 1980
* Bueno, uno que otro personaje no.
A mis mejores amigos:
Mis
padres.
Debo
agradecer a mis padres, Antimio Montero Villalobos y a mi madre Hercilia
(Chilena) Alcalá de Montero por la importante ayuda económica y la su
importantísima ayuda moral.
También
a José Manuel Buitrago por sus correcciones, datos y bibliografía para con este
“cuento”.
Prólogo
Como
dicen: “un clavo saca otro clavo” , y el honor inmerecido de compartir ideas,
planes, cuentos y muchas ilusiones con Germán, es mi auto-excusa ara estar
tranquilo y resignarme a no haber realizado el viaje que tanto sueño nos quitó.
Sin embargo, el estilo de su
descripción, tan llena de detalles en la que él solo se fija, y la excelente
fotografía del paisaje que nos muestra en su narrativa (primer puesto del
autobús), nos hacen viajar y conocer muy bien las regiones, no solo en la parte
geográfica, sino que sus extraordinarios conocimientos de historia te sumerge
en las maneras de los pueblos visitados, ya que soy de los que piensa que la
historia es la base de la idiosincrasia del sitio.
Siento envidia por sus compañeros
porque con Germán cualquier viaje es inolvidable, y es esa manera de ser tan
única, que aparecen partes del libro donde es muy duro en sus críticas; no lo
juzguen mal, esto es precisamente derivado de una sinceridad sin límites y que
es lo más grande de mi gran amigo.
Leonardo González V.
Al lector
Este
escrito, al que yo he llamado “el cuento del viaje”, lo hice con la finalidad
de que fuera como una especie de “recordatorio perenne” para mi persona. Es muy
importante para mi tener siempre a mano todos los conocimientos y anécdotas que
adquirí en este “primer gran viaje”, es algo así como “para contárselo a mis
nietos”.
Como la intención fue hacer un libro
para mi, no fui muy estricto en lo que a redacción se refiere, es por eso que
quizás el lector encuentre redundancias de palabras o alguno que otro
errorcillo de en el tipeado a pesar de haber sido cuidadoso en ello [1].
Me he animado a sacar unas cuantas
copias de este “cuento” y es por eso que otras personas poseerán en su
biblioteca un ejemplar del mismo [2],
a todas aquellos quienes por una u otra vía tengan a bien leer estas líneas,
espero que les sea de tanto provecho como lo fue para mi escribirlo.
Germán
Montero Alcalá
Maracaibo, 1980
Lima ’80, su gestación
Desde muy pequeño siempre he tenido
simpatía por la geografía universal, y por sobre todo, la más llamativa de sus
partes, lo que he denominado “geografía aplicada”, esto es VIAJAR. Desde
entonces he leído muchos libros de viajes, exploraciones, costumbres de otros
pueblos [3], he coleccionado estampillas por el
simple hecho de que eran pedazos de papel que provenían de sitios remotos. Me
convertí en radio escucha de estacione de onda corta [4] para
escuchar sonidos de todo el mundo, hice un curso de radio aficionado[5] para conversar directamente con personas
de todas partes, he tomado cursos de inglés [6], francés, alemán [7], además de esperanto, el idioma
internacional [8]. Todo lo relacionado con lingüística me
interesa, de allí que he comprado libros para aprender quechua, holandés,
guaraní y griego, además de folletos con breves descripciones de ruso y
japonés, y no compré más porque no los encontré.
Estando
en cuarto año de bachillerato, en el colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá de
los hermanos Maristas, Maracaibo, un compañero y buen amigo mío, Leonardo
González Villasmil, quien compartía conmigo muchas ideas, comenzó a hablarme
sobre el proyecto de un viaje por tierra desde Maracaibo hasta Quito, la
capital de Ecuador, y ¡qué feliz coincidencia!, yo tenía el mismo proyecto en
mente. Tuvimos varias reuniones informales y de una forma superficial planeamos
el viaje. Así estuvimos, con reuniones esporádicas de vacaciones en vacaciones,
pasó 1975, 1976 nos graduamos de bachiller y al final, nada hicimos.
Leonardo
se fue a estudiar ingeniería eléctrica en la Universidad de Los Andes, Mérida,
y maguer parezca increíble, ¡yo tenía el mismo plan de carrera y en la misma
universidad! [9]
y quiero hacer constar que nos sorprendimos cuando nos dimos cuenta que los dos
íbamos a estudiar la misma carrera y en el mismo lugar. Pero una travesura del
destino hizo que ese mismo año, 1977, comenzara sus operaciones la flamante
primera universidad privada del Zulia, la Universidad Rafael Urdaneta, que
entre las carreras que ofrecía estaba nuestra querida ingeniería eléctrica. Yo
de todas maneras seguía con mi idea de ir a Mérida, pero mi madre me hizo
cambiar de parecer y me inscribí en la casa de estudios zuliana. Leonardo, por
su parte, aunque presentó el examen de admisión, que casualmente se hizo en las
instalaciones de nuestro colegio, decidió irse a la ULA, y así nos apartamos un
poco.
A
pesar de todo esto, yo seguí con el asunto del viaje a Quito, si Leonardo no
puede, pues me iría solo, ¿quién dijo miedo?. De manera pues que mi nueva fecha
para semejante periplo la fijé para agosto de 1977, hasta me atreví a comentar
lo del viaje a otras personas como incentivo a seguir en el empeño, como para
obligarme a hacer un esfuerzo por no quedar como un “hablachento” ante los
demás. Sería Mi primer gran viaje. Sin embargo, pasó aquel verano de
1977 y nada, no lo logré, lo mismo ocurrió en 1978 y 1979. Lo que sí logré en
1979 fue hacer un viaje
de prueba para Bogotá, no fue un gran viaje, pero sí ¡Mi primer viaje
internacional en solitario! [10].
En
esos años yo estaba muy activo en el DX’ismo, tenía muchos contactos
epistolares con colegas de otras partes, especialmente de Europa. Me hice buen
amigo de un finlandés, Risto Salonpää, y en un arranque de improvisación
juvenil lo invité a pasar unos días en Venezuela, se hospedaría en mi casa y de
Maracaibo iríamos a otros lugares. Aceptó la invitación pero me dijo que no
podía venir por falta de recursos financieros, pero que si yo quería podíamos
hacerlo del modo contrario, que yo fuera hasta su casa en Finlandia, ¡caramba,
qué gran oportunidad para mi verdadero Primer gran viaje!, pensé. No solamente
es mucho más lejos, sino que el hecho de que se trataba de un país donde no se
hablaba español lo hacía aun más exótico. Así las cosas, le respondí
inmediatamente para que me reservara un lugarcito en su casa. Risto vivía en un
pueblo a 4 horas y media de Helsinki (400 km) llamado Kauhava (se pronuncia
Káuhava [11]), de manera que el proyecto, en lugar de
llamarse Quito ’80, lo cambié a Kauhava 80. Realmente me activé con este
ambicioso plan, contacté a otros colegas finlandeses como a Vesa Komulainen, de
Haapavesi, 200 km al noreste de Kauhava. La idea era llegar a Amsterdam, pasar
por Alemania llegar a Dinamarca, donde mi amigo, también DX’ista, Stig Harvig
Nielsen, me hospedaría en su casa sita en Viborg.
Trabajé
duro y con entusiasmo en este nuevo proyecto, una de las líneas de acción era
ahorrar, ahorrar hasta lo más mínimo, solamente iba al cine cuando me invitaban
o me ayudaban a pagar la entrada, nunca o casi nunca comía fuera de casa y
comencé a tipear trabajos a máquina a estudiantes (llegué a tener una buena
clientela), y aprovechando que en casa teníamos una gran mesa de dibujo también
gané algún dinero pasando trabajos a tinta china a estudiantes de arquitectura,
oficio que aprendí ayudando a mi hermana Gisela, quien también estudiaba esa
carrera. Y lo que más me ayudó económicamente fue a dar clases de física y
matemáticas a estudiantes de bachillerato. También hacía traducciones técnicas
de inglés a español (relacionadas con ingeniería eléctrica). En la universidad
comencé a ser visto como un “pichirre” (tacaño), con frecuencia bromeaban con
esto, pero tenía que aguantar si quería hacer el tan deseado viaje a Finlandia.
Me había puesto la meta de reunir 6 mil bolívares [12],
eso debía ser suficiente.
Así
fueron pasando los meses, todo iba a mi cuenta, ¡una alcancía!, hice mis
cálculos, para alcanzar la meta en el tiempo requerido, necesitaba depositar
18,12 bolívares y para noviembre del ’79 apenas llegaba a unos 6 bolívares
diarios. Casi “tiro la toalla”, no iba a ser posible alcanzar la cantidad meta,
sin embargo dije, puedo dejar para después el viaje a Finlandia y retomar el
viaje a Quito. Por un tiempo más trabajé con las dos metas paralelamente, pero
cada vez se veía más cercano Quito y más lejos Kauhava, así que a comienzos de
1980 aborté el plan para ir a Finlandia [13],
y entonces, Kauhava’80 se convirtió en Quito’80.
En
aquellos días le comenté a un buen amigo y compañero de la universidad, con el
cual había estudiado desde primer grado de primaria (1965), mi plan para ir
hasta la capital del Ecuador, yo estaba decidido a ir solo, pero él se
entusiasmó con el plan y me preguntó que si podía ser mi compañero de viaje,
¡por supuesto que sí!, le contesté incontinenti, es más divertido ir
acompañado. Este compañero y amigo fue José Manuel Buitrago Tarrío, el nuevo
integrante de Quito ’80.
Desde
entonces comenzamos a reunirnos para afinar los planes, rutas, itinerarios
tentativos, y debo decirlo, fue él quien me convenció de ir hasta Cusco, el
Lago Titicaca y finalmente Arequipa, al sur de Perú, rematando en Lima. Así que
de Quito ’80, pasó a Lima ’80, y ese fue el definitivo.
En
conversaciones informales en los pasillos de la universidad hablábamos de
nuestro proyecto, algunos se animaban, y le contábamos que iríamos de
mochileros hasta Perú, aunque no pidiendo aventones, sino en transporte público
básicamente terrestre, y dado que no queríamos mucha gente, no le mostrábamos
un panorama muy atractivo. Uno de esos días otro de nuestros compañero de
ingeniería eléctrica. Gesualdo Apruzzese se entusiasmó lo suficiente como para
aceptar todas las dificultades que le habíamos hecho saber. Dio un paso
adelante y se anotó como el tercer integrante de tan singular equipo de
viajeros.
Llegó
el mes de junio y aun nos faltaba bastante dinero, José Manuel y yo decidimos
poner en anuncios clasificados del periódico (Panorama), nuestro
ofrecimiento de dar clases de física y matemática a domicilio. Tuvimos muchas
llamadas, mucho trabajo, cada quien por su parte, yo ganaba unos 100 bolívares
diarios y así pude reunir 1200 bolívares, con lo que había reunido antes,
alcancé una suma superior a los dos mil bolívares, ya a finales de julio, muy
cerca del inicio de nuestra aventura, mi padre, viendo el esfuerzo que había
hecho, me completó lo necesario para el viaje y un poco más, casi tanto como
para haber ido a Finlandia, 5800 bolívares, pero ya no podía cambiar de planes.
Sin embargo, tuve la tranquilidad de ir relativamente holgado. En aquellos
años, en Venezuela, era muy fácil comprar dólares en efectivo en cualquier
banco, yo los compré en el Banco de Maracaibo.
Habíamos hecho la reservación para el
pasaje de regreso, Lima – Bogotá, ya que por cuestiones de tiempo, debíamos
regresar por avión, pero no pagamos el pasaje porque queríamos tener el dinero
con nosotros por si acaso pasaba algo durante el recorrido que nos obligara a regresar
de emergencia. Otro segmento en avión fue de Cúcuta a Medellín, originalmente
era de Cúcuta a Bogotá, pero preferimos ir de una vez a Medellín ya que de
regreso podríamos visitar a la capital colombiana. No habíamos incluido a
Medellín en nuestro plan original ya que estaba fuera de la ruta más directa
hacia Ecuador, pero otro amigo del colegio, que estuvo cerca a venir con
nosotros, Omar Andrade, nos convenció de visitar la capital de Antioquia, y
menos mal que le hicimos caso, hasta el sol de hoy, es una de mis ciudades
favoritas para vivir de todas las que he visitado en 30 países en 4
continentes.
Otro
que casi nos hace cambiar la ruta de regreso fue el párroco de la iglesia
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, iglesia a la que yo asistía regularmente.
El padre Manuel Álvarez, quien había vivido en Iquitos, a orillas del río
Amazonas, nos dijo: si van a Perú no pueden dejar de visitar a Iquitos, de
allí siguen por el río hasta Leticia en Colombia y de allí en avión hasta
Bogotá o Manaus. Yo viví 10 años allá y los puedo recomendar con mis colegas
agustinos para que les brinden hospedaje y comida. Nos pareció tentadora la oferta, pero no
teníamos tanto tiempo, solo teníamos el mes de agosto.
Perú en aquellos tiempos exigía visa
a los venezolanos, así que fuimos a hablar con el cónsul de Perú en Maracaibo
que tenía la oficina en su casa en la urbanización Maracaibo, muy cerca de mi
casa. El cónsul se llamaba Rafael Reátegui Cárdenas, casualmente nacido en
Iquitos, y que hacía su trabajo de cónsul ad honorem. El señor Cárdenas nos
atendió en su casa y nos dijo que para poder darnos el visado necesitábamos
tener el boleto de regreso, le dijimos que entraríamos a Perú vía terrestre,
que habíamos hecho la reservación Lima – Bogotá en Avianca pero no queríamos
pagarlo de una vez. Tuvimos que convencerlo, hasta que por fin nos dio la visa
con un asterisco de su puño y letra diciendo “entra por vía terrestre”.
Una vez con la visa peruana, el
dinero, las reservaciones, no había más nada que hacer si no esperar las
vacaciones, nos la dieron el 28 de julio y el 31 del mismo mes comencé junto a
mis dos amigos, mi primer gran viaje.
Fin Intro 00
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Notas
[1]
Este documento fue
escrito en 1980 usando una máquina de escribir (marca Underwood, una de las
mejores), por lo tanto no había revisión automática de la ortografía como lo
hay ahora con los procesadores de palabras. Las correcciones se hacían con un
líquido corrector, o un papel con una sustancia que al repetir el error
tecleando lo convertía en una letra blanca, el más popular era marca Tipex.
[3]
Justo antes de
comenzar el viaje logré hacerme miembro de National Geographic Society, cuyo
beneficio principal al miembro indiviual es la famosa revista National
Geographic Magazine, mantuve la membresía por casi 20 años.
[4] Es un pasatiempo llamado
DX’ismo, el cual comencé a practicar desde 1970 en Mérida, en 1974 fundé un
club llamado YV-Zulia DX Club.
[5]
En el Radio Club
Venezolano, en 1976, Sante Pizzare fue mi instructor de telegrafía.
[6]
En el colegio y uno
por mi cuenta que tenía mi papá, el método Cortina, 20 lecciones en discos de
acetato de 33 rpm. En las vacaciones de 1977 me dediqué a eso, me ayudó mucho.
[7]
Método del Institue
Goethe, en el colegio Alemán de Maracaibo con Frau Eitz y Frau López
(1977-1978).
[8]
Empecé un curso
guiado por David. G. Valecillos en 1978 por un corto tiempo y luego continué en
forma autodidacta.
[9]
Quise estudiar
ingeniería eléctrica influenciado por el DX’ismo, que tenía mucho que ver con
las telecomunicaciones y esa profesión era lo que más se parecía en aquel
entonces. En Maracaibo solo estaba la Universidad del Zulia, y la carrera aun
no se había abierto allí.
[10]
En algún otro
espacio escribiré sobre este viaje.
[11]
Reescribo esto en el
año 2019, acabo de caer en cuenta que se pronuncia Káuhava, ya que todas las
palabras en finlandés de más de dos sílabas son esdrújulas, ya sabía eso, pero
no se lo había aplicado a Kauhava, en mi mente, hasta hoy 22 de junio 2019, la
tenía como Kauháva. Por cierto, Helsinki es Hélsinki.
[12]
En 1980 el dólar
americano costaba 4,30 bolívares, de manera que 6 mil bolívares eran
aproximadamente 1400 dólares.
[13]
Finalmente logré ir
a Finlandia (pero no a Kauhava, ni Haapavesi) en 2002, 20 años más tarde.
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