Llegada a Cusco
Q’enco,
Pukapukara, Tambomachay, Sacqsahuamán, Cusco
16 de agosto
de 1980
Muy temprano, a las cuatro
y media de la mañana ya estábamos preparándonos para ir al aeropuerto. A algo
más de las 5 am tomamos el taxi que nos llevaría al aeropuerto y veinte minutos
después arribamos a la terminal aérea que lleva el nombre de uno de los pioneros
de la aeronáutica peruana, Jorge Chávez Dartnell (1887-1910). Bonito, agradable
y moderno tres de las características que más me impresionaron a primera vista.
Ya teníamos gente por
delante en la cola para hacer el registro en el vuelo, hicimos la cola, y
cuando me estaban atendiendo, la encargada me dice que habían trasladado a otro
vuelo que saldría media hora más tarde, porque debido a la cantidad de personas
que iban a Cusco, la aerolínea se vio en la necesidad de habilitar el vuelo 431A.
José Manuel y Gesualdo si habían logrado entrar en el vuelo original, el 431, le
comentamos a la empleada que los tres viajábamos juntos, muy diligente la
muchacha, me dice: esperara por allí cerca. Ella seguí chequeando
personas, los puestos se iban llenando y cuando faltaban tres puestos me dice: páseme
el pasaje rapidito y así me dio un lugar en el vuelo 431, y casualmente, al
lado de Gesualdo.
Nuestro Boeing 727 despegó a las 6:45 am hacia Cusco,
uno de los lugares más interesantes de todo nuestro viaje. Me tocó la
ventanilla del lado derecho, pero todas las cosas relevantes ¡se veían por la
ventanilla del lado izquierdo!, los picos nevados, la ciudad de Ayacucho y así.
El viaje estuvo muy bien, medio desayunamos en el avión y a las 7:35 am
aterrizamos en lo que una vez fue la capital del imperio incaico. ¡Menos de una
hora!, y como ya fue dicho, en autobús el trayecto se hacía en 36 horas. La
aeromoza anuncia que la temperatura en la ciudad era de 10 grados centígrados,
al escuchar eso, entró en mi cuerpo una sensación de frialdad polar.
El aeropuerto de Cusco, contrario a mi idea, también
era un lugar muy agradable y moderno. Recogimos nuestro equipaje y muchos niños
se aglomeraban a nuestro alrededor a entregarnos tarjetas y volantes de hoteles,
pero eran de los más costosos. Tomamos un taxi para que nos llevara hasta el
centro de Cusco, se notaba que el señor tenía experiencia con el trato de
turistas, se llamaba Agustín Torres y tenía el aspecto de los habitantes autóctonos,
por supuesto, hablaba también en quechua (runa simi). En pleno camino nos dice
que él nos puede servir como guía para varias “excursiones” que ya estaban
estandarizadas, al principio no le hice caso alguno, siempre pensando en que
podíamos ir a cualquier sitio por nuestra cuenta, pero José Manuel se interesó,
le preguntó el costo y la verdad es que no nos pareció caro, nos ahorraría
mucho tiempo y además tendríamos explicaciones que quizás no las encontraríamos
en libros ni folletos turísticos. De todas maneras, no le dijimos ni sí, ni no.
Llegamos a la ciudad, comenzamos a buscar hotel por aquí, por allá, siempre con
Agustín, finalmente este nos ofreció su casa por dos dólares diarios, yo lo
tomé en cuenta y hasta pensé que podría ser nuestra salvación, pero a los demás
no les gustaba la idea. Seguimos buscando y por fin encontramos un hotel
adecuado, Hotel “El Ángel”, preguntamos por el precio y nos dijeron 9.500 soles
(34 dólares), les dijimos que estaba muy caro, y cuando nos estábamos devolviendo,
nos dijeron: Esta bien, esta bien, se los dejamos en 6.900 soles (25
dólares), todavía caro, pero dado que la rebaja fue sustancial y pensando en
que quizás todos los hoteles de esa categoría estarían por ese nivel de
precios, decidimos quedarnos allí. Cusco estaba muy comercializado, y como con
frecuencia pasa en los sitios turísticos, se aprovechan del turista.
Agustín nos acompañó a la habitación y allí nos
terminó de convencer para que aceptáramos sus servicios como guía en los
recorridos que ya tenía preparados. Salimos pues, a visitar algunos de los
alrededores de Cusco. Aprovechando que Agustín hablaba quechua, le preguntaba
por el significado de muchas cosas, empezando por el nombre de la ciudad, el
cual hasta ese momento creía que se escribía con “z”, lo había visto escrito de
las dos formas, con “z” y con “s”. Me contó que el nombre en quechua es Qosqo,
que significa “ombligo”, porque, así como el ombligo es el centro del cuerpo
humano, este centro poblado era el centro del Imperio Inca, el centro del
Universo (1). Desde entonces siempre escribo con “s” el nombre de esta ciudad.
La carretera se adentraba por la montaña, y así
seguimos algún tiempo, hasta que repentinamente, luego de una curva ¡una manda
de llamas!, las primeras que veía en mi vida. Nos detuvimos a tomarnos unas
fotos, lo hicimos en volandas porque nos habían dicho que los “nativos” salen de
todas partes a pedir one dollar, o mejor dicho guan dólar, por
dejarse fotografiar a ellos o a sus animales. A mi me dio tiempo, pero cuando
le iba a tomar la foto a José Manuel, ya venía una señora con la mano estirada.
En ese instante llegó una buseta llena de turistas europeos, casi todos de la
tercera edad, quienes también se bajaron a tomar fotos a las llamas y alpacas,
también hay vicuñas, pero debo decir que nunca logré diferenciar unas de otras.
La lana de alpaca es de mejor calidad que la de llama y se vende a un precio mayor,
aunque la de vicuña es superior, pero estaba prohibida su comercialización ya
que se encontraba en peligro de extinción. Solo se conseguían artículos hechos
con lana de vicuña en el mercado negro. Según nos dijeron, estos tres animales
escupen cuando se ponen bravos. Nunca vi alguno hacer eso.
El camino nos llevó hasta un lugar llamado Q’enko,
el sitio es considerado una “huaca” o lugar sagrado para los antiguos incas.
Agustín nos dijo que la pronunciación de la palabra
comienza con un chasquido, succionando
aire por debajo de la lengua, es un fonema muy utilizado en ruma simi, otra
palabra famosa con igual sonido es la flauta conocida como Q’ena. Cuando
llegamos al sitio casi no había nadie, nos habíamos adelantado bastante al
busito que venía con los turistas que nos habíamos encontrado fotografiando las
llamas. Q’enco parece algo así como un anfiteatro con u gran monumento
monolítico en el centro, parecía como un menhir. Según Agustín, algunos piensan
que se trata de la representación de un puma sentado, otros aseguran que es un
monumento fálico, la verdad es que ¡de puma no le vi nada!, estoy más de
acuerdo con la segunda teoría. En otra gran mole pétrea encontramos, en la
parte superior, algunos aspectos interesantes, entre ellos un “caminito” de
unos tres centímetros de ancho en forma de zig zag, y que es lo que realmente
se llama Q’enco (2). Este curioso canal comenzaba con un pequeño recipiente
donde se vertía chicha, la cual hacía por gravedad el recorrido por el ya
mencionado zig zag, al final había una bifurcación, si el líquido tomaba la vía
izquierda significaba que ese año sería bueno para las cosechas, y si tomaba el
de la derecha, entonces sería un mal año.
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Q'enko. Foto James Presto 2007. |
Hay otra serie de elementos cavados en la cima de la
roca, uno de ellos lo usaban para probar la virginidad de las mujeres, se traba
de un hueco ancho, como un plato de sopa donde la mujer sospechosa debía
orinar, si el líquido sobrepasaba la capacidad del agujero significaba que no
era virgen y muchas veces, el no ser virgen le costaba la vida. En la parte
inferior había una serie de pasadizos que conducían a un altar. Justo al
terminar nuestro recorrido en Q’enco, llegó el bus de los turistas.
Continuamos nuestro recorrido dirigiéndonos hacia un
lugar llamado Tambomachay, pero en la vía nos encontramos con otro punto de
interés, las ruinas de Pukapukara. Nuestro
guía nos dijo que una especie
de aduana, o lugar que vigilaba el famoso Camino Inca, el cual todavía existe.
Era un paso obligado y según parece, también cobraban peaje. En runa simi, puka
significa “rojo” y pukara, “fortaleza”, todo junto: “fortaleza roja”. El
lugar no muy grande, de manera que fue poco el tiempo que estuvimos allí, pero
no sé por qué pero el nombre de “pukapukara” se me grabó y con frecuencia lo
repetía en todo el resto del viaje (hasta Maracaibo).
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Pukapukara. cuscoperu.com |
Antes de llegar a Pukapukara nos encontramos con un
muchachito que vendía suéteres como los que habíamos visto en Lima y que muchos
turistas europeos tenían, de esos de lana de llama o alpaca. Pensaba que
costarían unos 200 bolívares, le pregunté y me dijo el equivalente a 40
bolívares, ¡qué ganga!, ¡ni se me ocurrió ponerme a regatear!, se lo compré
incontinenti. José Manuel también se compró el suyo, pero para la talla de Gesualdo,
nuestro vendedor no tenía, pero salió corriendo a su casa y trajo el adecuado.
Las chompas a ellos le costaron 60 bolívares, no se si sería porque eran
de alpaca y la mía de llama o viceversa, como no sabía la diferencia no me
importó mucho. Estábamos muy contentos con nuestras chompas, ¡yo no me la quité
si no al llegar a Cúcuta!
¡Tambomachay!, el gran complejo de grandes piedras increíblemente bien
“engranadas”, no es justo llamar a este lugar “ruinas”, casi todo está en
perfecto estado. De una de las
líteas paredes (3) salían unos chorritos de agua
fría que viene del centro de las montañas y siguen por interminables sistemas
de canalización que llevan el agua por kilómetros y kilómetros. Para acceder al
lugar había que pagar, no recuerdo cuánto, pero los estudiantes peruanos tenían
una tarifa menor, y Agustín que era amigo del portero, le dijo algo en quechua
y nos aplicó la tarifa estudiantil. Según nuestro guía, Tambomachay
significa “Templo del agua”, pero consultando mi diccionario quecha – español,
me enteré que tambo es “posada”, lugar de descanso. Hay otros “tambos”
como Limatambo, Ollantaytambo, y así. Machay significa “gruta”, “cueva”
(4).
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Tambomachay. Foto Tony Dunnel. |
Dejamos Tambomachay y nos dirigimos a una de las más
famosas ruinas incas en las cercanías de Cusco: Saqsayhuamán, que significa
“Halcón sacíate” (5). Está a una altura de 3700 metros sobre el nivel del mar,
es decir, a 300 metros sobre el nivel de Cusco y domina todo el valle, es pues,
una fortaleza para proteger la capital imperial. En la parte
posterior, que es
por donde se entra (al menos en 1980), existe un gran terreno plano y cubierto
por una especie de césped, el lugar es realmente grande, en uno de sus bordes
hay unas pequeñas lomas y en el otro una muralla de piedras enormes y colocadas
con una increíble habilidad para que encajen perfectamente unas con otras,
algunas de estas piedras miden como siete metros de altura y unos dos metros de
ancho, algunas tienen hendiduras por donde los constructores las agarraban para
poder moverlas. En esta explanada hacía fiestas y rituales, actualmente se
realizan durante el solsticio de invierno, el 24 junio de cada año, el festival
llamado Inti Raymi, la fiesta del Sol. Inti es la palabra en quechua para “sol”.
Fuimos hasta la piedra donde nos habían dicho que en la antigüedad había incrustada
en la roca una culebra de oro, pero que fue removida por los españoles en la
época de la conquista. Al fondo vimos una especie de círculo de piedras que era
la base de una torre de unos diez metros de altura, el diámetro del círculo era
de cuatro metros, tenía forma de cono truncado, que según se dice, estaba
recubierta de oro. Estar en Saqsaywaman realmente impresiona y ¡hasta hace pensar
en extraterrestres!, porque la verdad es que las piedras están demasiado bien
trabajadas y esas rocas son durísimas.
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Saqsayhuamán. Google Maps (W.Vaca, 2016) |
Entre los pequeños incidentes que nos ocurrieron en el
lugar, recuerdo el de unos “sangüiches” (sándwiches) que le compramos a una señora
indígena en la entrada principal. Eran hechos con un pan andino, redondo, creo
que eran de jamón y la señora nos pregunta ¿les echo picantito?, bueno échele,
le respondimos. La señora le pone una especie de ajíes o algo parecido y cuando
le “meto” el primer mordisco… ¡candela pura!, los labios casi me estallaban, me
“bajé” completa una botella de Sprite para pasar el ardor, la señora al ver mi
reacción comenta les ¡dije que era picantito, pues!.
Al salir me quedé viendo artesanías, me acerqué a una
de las señoras indígenas que vendían sus productos, me llamó la atención una pequeña
llama de piedra negra, comienzo a regatear por el precio, y cuando estábamos en
eso, la señora se levanta la blusa y con toda tranquilidad comienza a darse
unos tironcitos en uno de los pezones de sus mamas, ¡y me seguía hablando!, hasta
que le trajeron a un bebé para que lo amantara. ¡Cosas que se ven por el
mundo!.
A las doce y media de la tarde regresamos al hotel, nos
despedimos de Agustín hasta el siguiente día y a eso de las dos de la tarde
salimos a da un paseíto por Cusco. La ciudad, al menos en el casco central es
muy pintoresca, interesante y hermosa, muy colonial. Las
casas típicas están
construidas sobre bases de grandes piedras, así como en Saqsayhaman, también
extraordinariamente bien encajadas. Las bases pertenecían a las construcciones
originales de los incas, los españoles hicieron sus casas sobre sus bases, es decir,
los españoles construyeron su “Cuzco” sobre el antiguo “Qosco”. Casi todas las
paredes son blancas y las calles estrechas, sobre todos las más clásicas, como
la calle Loreto, esta iba desde la Plaza de Armas hasta casi llegar a nuestro
hotel.
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Calle Loreto. Google Maps (R.Rubalcava, 2017) |
La Plaza de Armas estaba en muy buenas condiciones,
muy agradable, con sus pinitos, caminerías limpias y con banquitos metálicos que,
por las noches, para sentarse había que calentarlos primero por frotación. La
plaza y sus alrededores estaban llenos de turistas, dando la impresión de que
el idioma menos hablado en Cusco es el español, ya que los turistas hablaban en
inglés, alemán, francés o italiano y los nativos en quechua.
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La Catedral y Plaza de Armas. Google Maps 2015. |
Intentamos ir a la Catedral, pero había que pagar para
entrar, y como nos dijeron que si íbamos a misa en la mañana podíamos entrar
gratis, lo dejamos para el día siguiente. La entrada incluía la visita a una
especie de museo que estaba dentro de la iglesia, en un sótano, teniendo como
tema a El Inca Garcilaso de La Vega. Nos comentaron que la iglesia tenía un
inmenso altar de plata. De allí fuimos al Convento de La Merced, tiene muchas
pinturas interesantes y una custodia de oro puro con incrustaciones de rubíes y
diamantes.
En el sitio vi a dos muchachas muy bonitas, unas de
las cuales tenía una pequeña donde iba anotando algo, quizás describiendo lo
que estaba viendo, pensé que era una liceísta haciendo un trabajo para educación
artística o algo así. Nos las encontramos en diversos lugares de Cusco,
probablemente iban haciendo un recorrido similar, es como cuando una va de
iglesia en iglesia los jueves santos. Pero lo extraño es que solo eran ellas, a
nadie más.
A eso de las cinco de la tarde fuimos al Museo Histórico
Regional, estaba en una gran
casa colonial que incluía pinturas y objetos de
los incas y de personas importantes de siglos pasados.
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Museo Regional. Google Maps 2015. |
Al salir del museo, nuestros estómagos comenzaron a reclamar
derechos, ¡hora de cenar!, le preguntamos al portero del museo dónde podíamos comer
y este nos dio la dirección de un restaurant llamado Tip Top, luego de
unas “vuelticas” lo encontramos, era un restaurant muy pequeño, nos sentamos
cerca de la puerta principal. Pedimos lomo salteado por el módico precio de 220
soles, es decir ¡menos de un dólar!, pedimos unas cuantas cositas más y la
cuenta por los tres salió en 1200 soles, escasos 4 dólares y medio ¡y quedamos
full! A nuestro lado estaba la dueña del local hablando con un señor, al
terminar, se acercó a nosotros, era bastante joven, de unos treinta años, de cara
muy simpática, se me pareció a Sally Field cuando trabajaba como La Novicia
Voladora (The flying nun). Tenía dos hijas, una de once años y la otra
de tres, la menorcita se encariñó con nosotros, especialmente con Gesualdo, que
se la pasaba haciendo morisquetas, hasta comenzó a bailar. La mayor estaba
encargada de la caja y cuando fui a pagar le regalé algunas monedas de
Venezuela.
Seguimos caminando por el centro de Cusco, un ambiente
realmente internacional, como
ocurrió muchas veces en nuestro viaje, Gesualdo
comenzó a sentirse mal del estómago, y se fue casi corriendo al hotel. Eran casi
las ocho de la noche, pasamos frente a una discoteca llamada El Muki, en
la calle Santa Catalina Angosta, no entramos porque nos pareció que se vería
extraño a dos muchachos entrando a una discoteca. Pasamos por la plaza de Armas
muertos de frío, a esa hora todavía había muchos turistas deambulando por esas
callejuelas, al igual que nosotros. Entramos a un edificio viejo que estaba
abierto frente a la plaza al cual entraba gente de vez en cuando, vimos una
estatua y una placa que decía Universidad de Cusco, no quisimos seguir,
estaba muy oscuro y pasamos al edificio de al lado donde había un mercadito de
artesanías, estuvimos un buen rato allí, José Manuel compró unos platos
decorados para su mamá, a las nueve regresamos al hotel, vimos algo de
televisión y nos acostamos.
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Calle Santa Catalina Angosta. GMaps 2015. |
NOTAS.
(1) Hay otras explicaciones sobre esta toponimia. Una dice que viene del aimará, de la frase quscu wanka, “peñón de la lechuza”. Garcilazo de La Vega (El Inca), fue quien popularizó la versión del ombligo. (Artículo sobre Cuzco en Wikipedia, consultada el 16.02.2020).
(1) Hay otras explicaciones sobre esta toponimia. Una dice que viene del aimará, de la frase quscu wanka, “peñón de la lechuza”. Garcilazo de La Vega (El Inca), fue quien popularizó la versión del ombligo. (Artículo sobre Cuzco en Wikipedia, consultada el 16.02.2020).
(2) En Wikipedia dice que “laberinto”, aunque más o menos es el mismo
sentido. (Artículo sobre Quenco en Wikipedia, consultada el 23.02.2020).
(3) Estoy inventando esta palabra, viene del griego λίθος. “piedra”,
es decir, “líteo” es lo mismo que pétreo, de piedra.
(4) Así lo escribí en 1980, pero ahora (2020) revisando el diccionario
de runasimi.org, encuentro otros significados además de cueva, y los más
relevantes son “ebriedad”, “borrachera”, “embriaguez”. Será que Tambomachay es la
“posada/lugar para emborracharse”.
(5) En Wikipedia se dice que saqsay significa “satisfecho” y waman,
“halcón” (consultada el 01.03.2020). En el diccionario aulex.org también se
dice que waman significa “águila real” (consultada el 01.03.2020). En el
diccionario en línea runasimi.org incluye la traducción “gavilán” para waman.
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