III. Primeros años, ¡en Caracas!

Como ya he mencionado, nací a finales de 1958, diez meses después de la caída de Pérez Jiménez y un mes antes de que los barbudos entraran triunfantes a La Habana, eran tiempos de grandes cambios en esta parte del mundo. Venezuela estaba en franco progreso.

Aquí estoy yo de bebé
Luego de la muerte del abuelo Miguel, en 1960, mis padres decidieron “emigrar” a Caracas, ambos renunciaron a la Shell y con el dinero de la liquidación se fueron a probar suerte en la capital. Allá vivía tía Carmen, tía de mi mamá, quien les encontró en alquiler una casa en Maripérez, cerca de donde ella misma vivía. Mi papá pronto entró a trabajar en Automóviles Universal, pero luego encontró un mejor puesto como vendedor de los famosísimos jamones Ferris, de la F. A. Ferris & Co. de Nueva York. Estos jamones eran muy solicitados especialmente para las tradicionales cenas navideñas de las grandes ciudades del país, una de las tantas costumbres traídas a Venezuela por los norteamericanos.

En cuanto a mi mamá, entró a trabajar como secretaria en la Policía Técnica Judicial, la Petejota, gracias a un cuñado de mi papá llamado Adelso Rincón, esposo de tía Serena, quien tenía un hermano llamado Max Rincón, funcionario de buen nivel en esa institución policial.

Total, ya para 1961 estábamos bien instalados en la casa número 7 de la Calle Trujillo de Maripérez, en esa casa comenzaron mis primeros recuerdos.

Con nosotros se vino una muchacha contratada para que nos cuidara mientras mis padres iban a trabajar, se llamaba Segunda, hija de Catalina Romero quien por muchos años había sido empleada doméstica en casa de mi abuelita Hercilia y que era prácticamente parte de la familia. De Segunda tengo vagos recuerdos, tenía un lunar cerca de la boca, en el labio superior, tal cual la canción de Cielito Lindo. Es interesante el nombre de nuestra niñera, Segunda Carrizo. Pensé que se trataba de su segundo nombre y que de su primero ya existía alguna llamada así en su familia, pero no, su primer nombre es Segunda, y así la bautizaron porque es la segunda hija, la primera era Nancy.

En Caracas no estábamos solos, cerca de allí vivía tía Carmen, hermana de mi abuelo Miguel, con su esposo Tío Manuel Bosque y su hija María Antonieta. Pronto se mudó a la capital, desde Maracaibo, tía Adela, hermana de mi mamá, quien se había casado con un muy competente ingeniero civil especializado en construcción de carreteras, Carlos Sideregts Reyes. Tío Carlos había sido contratado por los Faría y su empresa SACO para la construcción de la carretera de Las Tejerías - Valencia, ya habían nacido Sarita y Carlitos, dos de mis primos más cercanos. Recuerdo que tío Carlos tenía un Cadillac negro, muy elegante, que con sus alerones que me hacía recordar el Batimóvil del Batman de Adam West.

El día de la Primera Comunión de Gisela, en la
entrada de la casa de Maripérez
 Y llegó el día en que tuve que ir a la escuela, me inscribieron en un colegio de unos españoles llamado Instituto Progreso, que quedaba como a dos cuadras de nuestra casa, no era una escuelita pequeña, ¡tenía hasta sexto grado!.


Recuerdo bien mi primer día, en aquella época solo había kinder y preparatorio, a primer grado se entraba normalmente de siete años, de manera que mi entrada al mundo escolar debió ser en 1963. En mi memoria está claro el momento en que llegué al colegio, asombrado de ver tantos niños no me desprendía de mi mamá, junto a ella todo el tiempo, ella hablaba con quien supongo eran las maestras, me llevaron a uno de los salones, de alguna forma me distrajeron, momento que mi mamá aprovechó para dejarme solo y retirarse del colegio. No pasó mucho tiempo hasta que me di cuenta que mi mamá no estaba a mi lado, con desespero comencé a mirar hacia todas partes, corriendo de un lado a otro y cuando llegué a la conclusión que me había dejado allí solo comencé a llorar desconsoladamente, me retiré a una esquina haciendo pucheros, la maestras trataban de calmarme y de que me integrara al resto de los niños, pero nada, ¡quería a mi mamá allí conmigo!, pasaba el tiempo y la situación continuaba sin variar, hasta que a alguien se le ocurrió llamar a mi hermana Gisela que estudiaba en el mismo colegio en segundo grado, para que me calmara, y así sucedió, ¡santo remedio!, el ver a alguien conocido realmente me hizo sentir mejor. Me adapté muy bien a la escuela y se que disfruté mucho de esos momentos. Es lo más remoto de lo que tengo memoria, y sin embargo aun lo tengo tan fresco, que es por eso que ahora digo ¿para qué preocuparme tanto por las cosas de esta vida tan corta?, si me acuerdo de mi primer día de clases y ve hasta donde he llegado hoy. Carlos Gardel se quedó corto con aquello de que “veinte años no es nada”, ¡cincuenta años no es nada, digo yo! Y la verdad es que así es, como hasta los veinticinco años (unos más otros menos) uno cree que la vida es infinita, por allí es que uno comienza a darse cuenta que hay que vivir la vida, darle sentido, tener un verdadero propósito, hacer las cosas que uno siempre quiso hacer, o establecer un buen plan para lograrlo.

Primera Comunión de Gisela, mi tía Adela sirviendo y
Elsy comiendo
Segunda nos llevaba y traía del colegio todos los días, pasábamos por la tiendita del señor Pedro, el cual me parece que era portugués, con frecuencia nos deteníamos allí para comprar alguna chuchería.

En Caracas uno de vez en cuando se encuentra con personajes de la televisión, en aquella época solo habían tres canales: el 2, el 4 y el 5, es decir Radio Caracas Televisión, Venevisión y la Televisora Nacional. Pues, cerca de nuestra casa vivía El Mago Henry (1935), muchas veces lo vimos caminando por allí, el comediante Roberto García Valdés “Yeyo” (1932-2012) que tenía alguno de sus hijos estudiando en el colegio, Yeyo era muy famoso entre los niños ya que era el presentador de las comiquitas televisivas de Popeye, él siempre aparecía en escena vestido de marinero, tal como el popular héroe de las espinacas. El otro que con frecuencia nos encontrábamos era al dibujante Félix Mejías, el del programa Mejías y sus muchachos que se transmitía por el Canal 5. Y lo máximo era haber visto un par de veces a Herminia Martínez (1949-2013) que junto a otra españolita llamada Mari Pili, hacía un duo en programas infantiles. Como se puede notar, Maripérez era una zona donde residía una buena parte de la colonia española en Venezuela.

Un paseo frecuente del colegio era nuestra visita al parque Arístides Rojas, ubicado a pocas cuadras, allí tuve mi primer encuentro con los mala conducta o brabucones, había un niño llamado Freddy que tenía una pandilla, llamada por supuesto La Pandilla de Freddy, que eran el verdadero terror del resto de los escolares, siempre me decían ten cuidado con la pandilla de Freddy, vente para acá porque por ahí anda la pandilla de Freddy haciendo de las suyas, nunca tuve problemas con eso, porque supongo, siempre hice caso y me mantuve distanciado de tan temible grupete. El parque tenía áreas verdes, mucha grama, columpios y hasta una biblioteca, a la cual Gisela iba mucho ya que uno de los servicios de la misma era el préstamo de rompecabezas.

Así pues, pasábamos los días en Caracas. Rómulo Bethancourt era el presidente de Venezuela, no le fue fácil con todo el asunto de las guerrillas e intentos de golpe, de vez en cuando mi mamá nos decía, niños métanse, se escuchan disparos, no se si sería porque todavía tenía muy frescos los recuerdos de la recién terminada época de Pérez Jiménez, o por todo lo que escuchaba en la PTJ. En septiembre de 1963 se realizaron unas nuevas elecciones presidenciales, aquella vez se hicieron con tarjetas, una grande para el presidente y otra pequeña para elegir a los miembros del Congreso. A cada elector le entregaban un juego con las tarjetas de todos los partidos, al regresar mi papá y mi mamá me regalaron las tarjetas que le sobraron (todas menos dos cada uno, por supuesto), recuerdo que jugaba con ellas y tenían un fuerte olor a imprenta, a tinta. En aquel entonces el color de Acción Democrática, el partido de Bethancourt era negro, Vota negro con un Juan Bimba, era la publicidad de la tolda. Hasta había una tarjeta con un indio, se trataba del partido Cruzada Cívica Nacionalista, que apoyaba a Pérez Jiménez. Otra era la del timón del Frente Democrático Popular (FDP) del Vicealmirante Wolfgang Larrazábal, esas son las que me acuerdo. Mis padres votaron por Rafael Caldera, la verde de Copei. También participaron, aunque no me acuerdo de las tarjetitas, Arturo Uslar Pietri, Jóvito Villalba y un curioso personaje, tocayo además, llamado Germán Borregales, de extrema derecha y su Movimiento de Acción Nacional (MAN). En mi memoria está grabado el momento en que Bethancourt le entregaba la banda presidencial a Raúl Leoni.

Otra asunto del que no sé por qué me acuerdo fue el asesinato de John F. Kennedy en noviembre de 1963, ¿por qué un niño cinco años tendría que acordarse de esto? probablemente sería por todo aquel revuelo que se formó en la televisión y quizás por los comentarios de mis padres.

Y hablando de televisión… mi mamá veía un programa que se llamaba Se necesita una amiga que se transmitía al mediodía por el Canal 2 (RCTV), alguien escribía una carta al programa con su problema o situación generalmente amorosa, y luego era dramatizada, era como una mini novela de episodios cortos. Mi papá veía una película de policías llamada Seventy seven sunset strip, otra de terror que a veces yo también veía y que comenzaba mostrando como cuando el televisor pierde la señal y una voz decía No trate de arreglar su televisor, es que está entrando en La Dimensión Desconocida, que en inglés se llamaba The Twighlight Zone, trataba de casos extraños como lo es Insólito Universo de ahora. Nosotros por supuesto, veíamos programas infantiles como Popeye, presentado por Yeyo, Los Picapieras, Mejías y sus muchachos, y un programa con Gioia Lombardini cuyo nombre no me acuerdo.

La canción que más me acuerdo, creo que la única, era Dominique interpretada por Mirla Castellanos, Dominique nique nique pobremente por ahí, va él cantando amor, y lo alegre de su canto solamente habla de Dios, de la palabra de Dios.

Solo tengo en mi memoria dos casos en los que me vi en problemas. El primer caso fue una vez que jugando metí la cabeza entre las rejas del portón que daba a la calle, y luego no la podía sacar, estuve un rato dándole y nada comencé a desesperarme, Gisela intentó ayudarme, luego apareció Segunda y tampoco, ya cuando estaba entrando en pánico llegó mi papá y dijo si entró la cabeza, tiene que poder salir, solo hay que calmarse y tener paciencia, y con cuidadito logró liberarme de aquel suplicio.

La otra ocasión fue una vez que fui a la tienda del señor Pedro con Segunda, ella me compró una chupeta de esas que son una bola con un palito, comencé a chuparla cuando no sé cómo se me fue por el paladar atorándose allí, Segunda intentó sacarla pero no pudo, yo no podía respirar, llegó la esposa del señor Pedro, quien también atendía el negocio, era una mujer grande y algo gorda, metió su mano en mi garganta y de un solo “jalón” me sacó la chupeta. Pasaron muchísimos años durante los cuales no quise meterme esas chupetas en la boca, es más todavía les tengo mi respeto.

Los paseos usuales eran ir con el carro por la Cota 905, en la flamante camionetita Opel color ladrillo y por supuesto la bajada de la bandera los domingos en la tarde en el Paseo de Los Próceres. A veces íbamos con Segunda a pie hasta Sabana Grande, antes de llegar había un San Nicolás que lo colocaban en diciembre y al cual le tenía mucho miedo, ya que se movía. En Sabana Grande siempre nos asomábamos a ver los chocolates del edificio de la Savoy. Una vez fuimos con mi tía Adela y mis primos Sarita y Carlitos al embalse de La Mariposa cerca de la cual había una fábrica de adornos de vidrio hechos con el llamado Arte Murano, donde uno podía ver a los artistas soplando para hacer botellas y luego con pinzas hacer las formas más diversas de flores, animales y demás. La empresa se llamaba Icet, recuerdo las etiquetitas ovaladas Icet colocadas discretamente en cada pieza.

Varias veces fuimos a visitar a nuestros primos de Maracay, los hijos de mi tía Carmen y su esposo José Borrero, tío Borrero, quien era un oficial de la aviación. Nuestros primos se llamaban Ligia, Edith, Alfredo, José (Joseíto) y Elsy. Lo que más me llamaba la atención en Maracay era el zoológico, al cual a pesar de lo mucho que me gustaba, era para mi un gran acto de valentía entrar, le tenía pavor a la lagunita llena de caimanes que esta junto a la entrada del parque.

Otro de los emocionantes paseos era ir al Coney Island en el sector El Paraíso con su principal atracción, la Montaña Rusa, a la cual, por supuesto, ¡no me monté!. Al Parque del Este con seguridad fuimos, pero de eso sí que no tengo recuerdos.


A todas estas, el 9 de septiembre de 1961 nació mi hermano Jorge José, en la parroquia El Recreo.

Germán Montero Alcalá
3 de septiembre 2017



Adenda
Después de la publicación de esta entrega, encontré otras fotos de esta época, aquí están:

Foto 1
Foto 1.  Gisela, Jorge en brazos de mi mamá, Segunda y yo en el parque Arístides Rojas, cerca de nuestra casa en Maripérez. Todavía me acuerdo de esas franelitas de rayas, eran mis favoritas.

Foto 2.  Gisela y yo en el parque Arístides Rojas.

Foto 3.  Mi prima Elsy Borrero Alcalá, su mamá (mi tía Carmen, hermana mayor de mi mamá quienes vivían en Maracay, su esposo mi tío José Borrero era oficial de la Fuerza Aérea), luego yo y mi mamá. Una de las tantas visitas que nos hacían los primos de Maracay.

Foto 4. Un grupito de amiguitas de Gisela el día de su Primera Comunión. El niño de la izquierda es mi primo Carlos Miguel Sideregts Alcalá, conocido toda la vida como "Carlitos", en el medio está Elsy, mi hermana, yo a la derecha y las demás no se quiénes son. En la esquina superior derecha se ve el número 7 de la 
Foto 2
Calle Trujillo.

Foto 5. mamá en la PTJ de Caracas, trabajaba allí como secretaria. En la foto con su máquina de escribir Underwood

Foto 6. Aquí estoy yo en el extraordinario Cadillac negro de mi tío Carlos.

Foto 7. Aquí estoy yo en traje de gala para el bautismo de mi hermano Jorge José.

Foto 3













Foto 4


Foto 5

Foto 6














Foto 7














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