En el Colegio
La Salle
En septiembre de 1969 empezamos las clases en nuestro nuevo colegio, me llegó a gustar mucho esta escuela, mi primo Carlitos Sideregts Alcalá y yo comenzamos el quinto grado, mi hermano Jorge primer grado y Gisela tercer año.
En septiembre de 1969 empezamos las clases en nuestro nuevo colegio, me llegó a gustar mucho esta escuela, mi primo Carlitos Sideregts Alcalá y yo comenzamos el quinto grado, mi hermano Jorge primer grado y Gisela tercer año.
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Parque Tibisay cerca del Colegio La Salle |
Una de las cosas
que más disfrutábamos era la caminata desde la casa al colegio, un recorrido de
unos 400 metros a través del parque Los Escritores, que era como una
extensión del parque Tibisay, con sus grandes árboles barbados y un
pequeño río artificial que corría bajando desde una especie de manantial,
también artificial al principio del parque Tibisay, donde por cierto, había una
especie de fuente de soda llamada Batidos Maracaibo.
Rápidamente nos
hicimos amigos de todos, especialmente de Francisco Palazzi Bracho, mejor
conocido como Pancho Pepe, era prácticamente nuestro vecino, vivía a una
cuadra de nuestra casa subiendo por la avenida Urdaneta.
Nuestro maestro
se llamaba Gustavo, creo que González era su apellido. Al igual que en los
Maristas, me fue muy bien en La Salle. Mi contrincante en notas era Delfín
Eduardo Viera Rojas. Cuando el profesor Gustavo entregaba las notas, lo hacía
por orden de promedio general, de mejor a menor, siempre era un momento de
tensión para ver quién era llamado primero, casi siempre éramos Delfín Eduardo
o yo. Ahora que lo pienso en frío, me parece que no fue una buena idea, yo no
lo notaba porque siempre estaba entre los primeros, pero con seguridad, más que
estimulante, era algo humillante para los últimos, ¡especialmente para el
verdadero último! ¡shame!.
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Plaza Glorias Patrias punto de partida de los desfiles |
Aunque siempre
fui torpe para la mayoría de los deportes, allí me destaqué algo en fútbol.
Había que organizar dos equipos por salón y de alguna forma yo quedé como líder
junto a Gadler de uno de ellos. Gadler, que con ese apellido supongo que su papá
era alemán, sugirió el nombre de Bremen. En sexto grado le cambiamos el
nombre a uno brasileño, Botafogo. Yo la verdad, no sabía nada de equipos
profesionales de fútbol, pero al parecer los niños de Mérida sí. Algo muy
característico de los colegios de Mérida eran los desfiles por las algunas de
las avenidas de la ciudad. Muchas veces la plaza Glorias Patrias era el punto
de concentración y arranque, el colegio tenía su propia banda para desfiles,
con redoblantes, trompetas, tambores, flautas y todos los demás instrumentos
naturales a este tipo de grupos musicales. Por supuesto, el inicio de las
actividades deportivas se celebró con uno de estos desfiles. Le pedí a mi mamá
que hiciera la banda con el nombre del equipo que llevaría nuestra madrina, que
no recuerdo quién fue, pero que con seguridad fue la hermanita de uno de
nosotros. Mi mamá compró los materiales, hizo las letras de cartón para el Bremen
y las pintó de plateado, ya cuando las estaba terminando, llegó a la casa
alguien, creo que fue Pancho, con la banda ya lista y las letras hechas con
escarcha brillante. Mi mamá solo dijo: Bueno, ¡parece que ya otra se me
adelantó!. Y hablando de nuestros equipos, había otro llamado River
Plate, cuyo capitán era Joseph Davis Páez Monzón, El Tachi, quien es
hermano de Richard El Nene, quien llegaría a ser el Director Técnico de
la Selección Nacional de Venezuela, y que tantas alegrías le dio al país.
Richard era dos años mayor que nosotros, también estudiaba en el colegio.
Adicionalmente me
inscribí en el equipo del colegio, categoría Infantil C, me pusieron a jugar de
defensa. Yo siempre quise, repito, siempre quise, ser parte del equipo del
colegio en cualquier deporte, para competir contra otro colegio, fue una de mis
grandes frustraciones, ¡nunca lo logré!, en ningún deporte, en ningún colegio,
en ninguna época. No sé por qué cuando estuve en el Infantil C, nunca jugamos
contra nadie, solo fueron prácticas. Nuestro entrenador se llamaba Marquina,
creo que jugaba profesionalmente para uno de los equipos de Mérida. Siempre
recuerdo la vez que nos dijo siempre tienen que ver hacia dónde van a patear
el balón, por ejemplo, si le quiero pegar al travesaño de aquella portería (estaba
como a 20 metros), fijo la mirada hacia allá y le doy con fuerza a la pelota…
¡lo hizo y le pegó al travesaño!.
En Mérida llovía
mucho, y muchas veces nos llenábamos de barro, los “guayos”, como se le decía a
los zapatos de fútbol, palabra que me causaba gracia, siempre se les pegaba la
tierra entre las puntas de la planta. Después de las prácticas, Carlitos y yo
caminábamos hacia la casa remontando el pequeño río del parque, chapoteando
para quitarle el barro pegado en los zapatos.
Con motivo de las
fiestas navideñas el colegio organizó un concurso de gaitas, Pancho Pepe era un
virtuoso del cuatro y mi tío Carlos, el papá de Carlitos, le envió a mi primo una
tambora profesional, de esas que se usan en la gaita zuliana. Con el cuatrista
estrella y el chiquitín con la gran tambora, y tres o cuatro más, armamos
nuestro conjunto gaitero, Los Maracuchos. Pancho Pepe tenía familia en
Maracaibo, y por tanto, también lo considerábamos coterráneo. Yo no sabía (ni
aun sé) tocar instrumento alguno, pero alguien me prestó un extraño furro, me
explicaron y así me convertí en el furrero. La gaita que escogimos fue aquella
que dice:
Vamos a tocar ahora
el golpe tradicional,
el golpe tradicional,
pero hay, que saber tocar,
el cuatro furro y tambora
y la charrasca sonora
saber el golpe marcar.
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En el parque Alberto Carnevalli, 1970. De izq. a der.: Tío Carlos Sideregts, Andreína Sideregts, Carlitos, Jorge, mi papá, Gisela, Héctor y yo. |
Carlitos y mi
papá hicieron muy buena liga, mi papá nos fue a buscar al cine Glorias Patrias
y esperando a que saliéramos, se encontró con unos maracuchos que se estaban
tomando unas cervecitas en una de las calles frente a la plaza, había uno que
tocaba el cuatro y cuando salimos, le dijo a Carlitos, vamos a buscar la
tambora para que toquemos unas gaiticas aquí con estos paisanos… y así lo
hizo, Carlitos se fue con mi papá a tocar gaitas y nosotros nos quedamos en
casa. ¡Duraron horas en ese plan!, mi mamá tuvo que ir a buscarlos, ya estaba
preocupada, y allí estaban, en plena función, muy alegres y Carlitos como
centro de la atención de todos con su gran tambora.
Las navidades del
69 las pasamos con la familia Monzón, con mi tío Omar y mi tía María, en la
casa de Don Julio y Doña Dora cerca de la Plaza Bolívar.
Nuestros paseos
eran a la recién inaugurada plaza Beethoven, con su reloj de flores y los
enanitos que tocaban algunas notas de la música del gran compositor alemán a
cada cuarto de hora. Era una gran atracción. Otro paseo frecuente era ir al
Parque La Isla, inaugurado no hacía mucho tiempo. Por supuesto no podía faltar
la visita a los Chorros de Milla, para mi las dos cosas más impresionantes eran
la exhibición de culebras vivas a la entrada del parque y la cascada final. Con
el colegio fuimos varias veces. Y bueno, paseos por lugares de montaña también los hacíamos, nuestro lugar favorito era intentar bañarnos en la heladas aguas del río Chama en la vía hacia Mucuchíes en el parque Alberto Carnevalli.

A mediados de abril de 1970, se supo la noticia del problema que tuvieron los astronautas de la misión Apolo 13, un tanque de oxígeno había explotado par de días luego de su despegue, no se si era por la forma como decían las noticias por la televisión, pero todo el mundo estaba angustiado, una de esas noches nos pusimos desde la azotea de la casa a mirar hacia el cielo, como esperando ver pasar la accidentada nave y pensando en las tribulaciones de los tripulantes. Aunque eran tres astronautas, yo solo recuerdo a James Lovell, quizás porque ya se había hecho famoso por haber participado en la misión Apolo 8, que fue la que llevó por primera vez al hombre a la luna, aunque sin “alunizar”. Una de las maestras del colegio nos decía, Recemos mucho para que puedan regresar sanos y salvos a la Tierra, y en verdad se hicieron sesiones de oración en todo el mundo. Fue un momento de gran alegría cuando se vio salir de la cápsula espacial, luego de su “amarizaje” en las aguas del océano Pacífico, a los astronautas de tan atropellado viaje. Ver El regreso a casa.
El Mundial de Fútbol México’70.

Los juegos que más me impactaron fueron: el juego por el tercer lugar entre Alemania Federal y Uruguay, ganaron los germanos 1 a cero, pero los uruguayos hicieron un juego tal, que en mi opinión debieron ganar. El otro fue, por supuesto, la final entre Brasil e Italia. Primer gol de Pelé y el primero y único de Italia fue de Roberto Boningsegna. Ganó Brasil 4 a 1, quedándose con la copa Jules Rimet, ya que era la tercera vez que la ganaba. Desde entonces se instauró la copa FIFA. Los mundiales eran de solo 16 equipos, es decir, la primera onda eliminatoria comenzaba con los octavos de final. Fue relevante la clasificación de México a cuartos de final. Muy, pero muy bueno ese mundial, es el que más me ha gustado de todos. Este video de Youtube sobre juego final, fue tomado la película documental que ya he mecionado (hacer click en el enlace).
San Remo y El Arca de Noé
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Iva Zanicchi, San Remo 1970 |
Vacaciones
1970
Ese año nos vinimos a pasar las vacaciones de agosto en Maracaibo, mi papá le había dejado al cuido nuestra casa de la Calle 61A, a nuestro tío Monzón, allí estaban también nuestros primitos Andrés y Carolina, mi abuelita Hercilia y mi tía María.
Ese año nos vinimos a pasar las vacaciones de agosto en Maracaibo, mi papá le había dejado al cuido nuestra casa de la Calle 61A, a nuestro tío Monzón, allí estaban también nuestros primitos Andrés y Carolina, mi abuelita Hercilia y mi tía María.
Del 22 de agosto
al 5 de septiembre se celebraron en esta ciudad (Maracaibo) los
VI Juegos
Bolivarianos, en el flamante estadio Pachencho Romero, todo nuevecito. Fuimos
con mi papá a ver algunas competencias de atletismo en la muy publicitada pista
de tartán. Fue en esos juegos donde por primera vez vi el uniforme de color
vino tinto del equipo nacional, en verdad no lo esperaba, hasta me pareció tan
feo que no podía creer que hubiesen escogido un color como ese para nuestros
atletas, quise pensar que era un asunto de breve vida, ¡pero no, aun lo sigue
siendo!. Los deportistas se hospedaron en la llamada Villa Bolivariana, en San
Francisco Una vez terminados los juegos, se convirtió en un conjunto residencial.
Participaron los países bolivarianos, incluyendo Panamá. Venezuela ganó un
total de 76 medallas de oro, mientras que Colombia, 52. ¡Qué tiempos aquellos
cuando Venezuela era una verdadera potencia regional!, ya vendrán mejores épocas.
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Inauguración VI Juegos Bolivarianos (Foto diario Panorama) |
El año escolar lo
terminé con muy buenas calificaciones, mi primo Carlitos regresó a Maracaibo,
luego de un año lleno de nuevas experiencias.
En septiembre
comencé el sexto grado de nuevo en el Colegio La Salle de Mérida, con casi los
mismos compañeros, echamos mucho de menos a Carlitos Sideregts quien regresó al
Colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá (HH. Maristas) de Maracaibo. Nuestro
maestro titular fue el hermano Herles Carrero, un religioso bastante joven y
con el cual nos llevamos muy bien. Más sobre sexto grado, en la próxima
entrega.
En la TV
Entre lo que veía
en la televisión estaban series como El Hombre Par, comiquitas japonesas
que junto a Astroboy eran una de mis favoritas. Películas en la TV que
me
acuerde están King Rat, con George Segall. Trata sobre un prisionero
americano en un campo de concentración japonés en Singapur. No la he podido ver
otra vez desde entonces, pero a finales de los años 70 encontré el libro en
inglés, siendo uno de los primeros libros que leí en ese idioma. No pierdo las
esperanzas de volverla a ver. Otra fue Sinohué el Egipcio, basada en la
obra de Mika Waltari, esta si la encontré en Youtube. También leí el libro y es
uno de mis favoritos de todos los tiempos.
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El Hombre para y amigos |
En el cine
De las películas recuerdo que estaba de moda Love story con Ali MacGraw y Ryan O’Neal, no la vi en aquel entonces, ni aun la he visto y creo que nunca la veré, no me gustan las películas tristes. Lo que si me gustó fue el tema musical. En aquel año se hizo popular una especie de juguete que era como una cajita plástica de unos 10 centímetros de alto y cinco de ancho, que tenía grabadas unas carcajadas que se accionaba oprimiendo un botón, uno no podía dejar de reír al apenas escucharla. Me contaron, insisto, me contaron, no se si fue verdad, que alguien fue al cine a ver Love Stroy, que trata de una pareja de jóvenes que se casan luego de muchos obstáculos, al poco tiempo a la muchacha le diagnostican leucemia y cuando estaba en su lecho de muerte, a punto de irse al otro mundo, en el momento más triste de la película, donde todo el mundo tiene el nudo en la garganta, un sujeto con la cajita de la risa, la acciona soltando una estruendosa carcajada… hubo en el cine reacciones diversas, ¡pero la que prevaleció fue la de las risas!. Otra película fue Aeropuerto, con tremendo reparto: Burt Lancaster, Dean Martin y George Kennedy. No vi la película, quizás por era para mayores de 14 años y yo tenía 11, pero años después leí el libro. El tema musical de la película también fue muy bueno. Recuerdo que cuando cumplí 13 años, mi mamá me hizo un pequeño cumpleaños en casa y Jorge De Oteiza me regaló un disco con varios temas, entre ellos el de esta película. En el año 2000 llegué al aeropuerto donde se desarrolló la novela, el aeropuerto O’Hare, de la ciudad de Chicago, venía de Nueva York, y no pude dejar de recordar esta novela. Total, me en mi memoria están las películas que no vi.
De las películas recuerdo que estaba de moda Love story con Ali MacGraw y Ryan O’Neal, no la vi en aquel entonces, ni aun la he visto y creo que nunca la veré, no me gustan las películas tristes. Lo que si me gustó fue el tema musical. En aquel año se hizo popular una especie de juguete que era como una cajita plástica de unos 10 centímetros de alto y cinco de ancho, que tenía grabadas unas carcajadas que se accionaba oprimiendo un botón, uno no podía dejar de reír al apenas escucharla. Me contaron, insisto, me contaron, no se si fue verdad, que alguien fue al cine a ver Love Stroy, que trata de una pareja de jóvenes que se casan luego de muchos obstáculos, al poco tiempo a la muchacha le diagnostican leucemia y cuando estaba en su lecho de muerte, a punto de irse al otro mundo, en el momento más triste de la película, donde todo el mundo tiene el nudo en la garganta, un sujeto con la cajita de la risa, la acciona soltando una estruendosa carcajada… hubo en el cine reacciones diversas, ¡pero la que prevaleció fue la de las risas!. Otra película fue Aeropuerto, con tremendo reparto: Burt Lancaster, Dean Martin y George Kennedy. No vi la película, quizás por era para mayores de 14 años y yo tenía 11, pero años después leí el libro. El tema musical de la película también fue muy bueno. Recuerdo que cuando cumplí 13 años, mi mamá me hizo un pequeño cumpleaños en casa y Jorge De Oteiza me regaló un disco con varios temas, entre ellos el de esta película. En el año 2000 llegué al aeropuerto donde se desarrolló la novela, el aeropuerto O’Hare, de la ciudad de Chicago, venía de Nueva York, y no pude dejar de recordar esta novela. Total, me en mi memoria están las películas que no vi.
En el mundo
Pasaron muchas
cosas en el mundo ese año, pero que me acuerde yo, además de lo ya mencionado
con el Mundial de Fútbol y el Apolo 13, estaba la Guerra de Vietnam, que seguía
en pleno desarrollo, veía reportajes en la televisión que no entendía bien pero
el asunto se veía preocupante. Otro evento fue la muerte de Gamal Abdel Nasser
(1918-1970), en TV vi el inmenso funeral en El Cairo.
Germán Montero
Alcalá
13 de Enero, 2018
13 de Enero, 2018
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