Primer gran viaje. Lima '80. Quito - Latacunga - Huaquillas. 06


Quito


09 de agosto de 1980

Un poco antes del mediodía, finalmente nos encontramos con Juan Villasmil, que como ya mencioné, era un compañero y amigo de la universidad que en ese momento estaba en Ecuador, en casa de una familia amiga. Nos desahogamos con él contándole lo de las penurias que pasamos en el hotel donde nos habíamos hospedado, esperábamos que nos ayudara a buscar algo mejor, pero nos dijo que mejor nos quedáramos allí porque todos los hoteles por allá son iguales. Decidimos hacerle caso, total, es poco el tiempo que estaríamos en Quito.

Salimos pues con Juan, él había vivido algunos años en la ciudad y con frecuencia pasaba sus vacaciones allí, de manera que conocía muy bien la ciudad, además tenía disponibilidad de un pequeño auto Honda, definitivamente Juan era muy apreciado por la familia Hermann. Del hotel fuimos directamente al Almacén Hermann, propiedad del padre de Grace, la amiga de Juan. Conocimos también a Elsa y Carlos Hermann.

Juan y los Hermann estaban invitados a almorzar en casa de unos amigos, de manera que le pedimos que nos dejaran en algún restaurante y que después nos encontráramos en algún punto a convenir. Era la una de la tarde y nos dejaron en una pizzería, Palacio Pizza. Muy bonito el sitio, y como teníamos tiempo sin comer bien, ¡decidimos darnos un banquete!. Pedimos coctel de camarones, lasaña y pizza de jamón y pepperoni., ensalada (autoservicio) y pan con ajo. Todo muy sabroso, la cuenta salió por 130 bolívares (30 dólares).

Una vez resuelto el asunto del almuerzo, salimos a dar un paseo pedestre por los alrededores. Nos encontramos con la avenida Amazonas, que los quiteños la llamaban "El Tontódromo", porque la gente iba por dicho corredor vial a lucirse, paseando como tontos. Recorrimos un buen trecho de la luenga avenida, muy comercial, muy animada. A las cuatro de la tarde llamamos a Juan para que nos recogiera, al llegar le pedí con vehemencia que me llevara a ver la sede la estación de onda corta HCJB, es una estación religiosa, pero como normalmente pasa con los DX'istas, no es tanto el contenido, sino la curiosidad de ver las instalaciones de la emisora que tan fuerte llegaba hasta el receptor de mi casa en Maracaibo. Los muchachos no estaban muy contentos con eso ya que querían aprovechar el tiempo para ir al monumento de "La Mitad del Mundo", sin embargo, al menos por fuera la pude ver un par de minutos.

De allí tomamos el rumbo hacia "La Mitad del Mundo", pero lo habían cambiado de lugar y Juan no sabía exactamente dónde estaba. Y no solo era el nuevo sitio,
Mitad del Mundo, Calacalí. Foto: Edgar Romero
sino que también se habían construido nuevas autopistas que Juan no conocía. Nos aventuramos por una de ellas, avanzamos hacia lo interno de las montañas, el lugar muy solitario y rodamos hasta que encontramos el final de la vía, había allí un mirador, ¡estábamos en el cráter del volcán Pululahua!. Caminamos por el área, tomamos algunas fotos, regresamos al camino, encontramos una bifurcación, una rama regresaba al cráter y la otra no sabíamos hacia dónde nos llevaría, pero por allí seguimos, fuimos a dar a un pueblito llamado Calacalí y en su plaza principal estaba el tan ansiado monumento, que había sido trasladado a este lugar en 1979, el original estaba en el pueblo de San Antonio. Como era de esperar, nos tomamos las clásicas fotos con un pie en el hemisferio norte y el otro en el hemisferio sur.

Regresamos a casa de los Hermann, tenían encendido el televisor y nos llamó mucho la atención ver que la transmisión era a colores, pero más nos sorprendió cuando nos dijeron que en Ecuador la televisión a colores tenía más de 10 años, ¡y nosotros en Venezuela aún en blanco y negro!. (1)

Nos invitaron a que nos quedáramos a almorzar, y así lo hicimos, había muchas personas, más o menos de nuestra edad. Fue muy agradable el momento, Juan era quien más hacía comentarios divertidos y al final resolvieron llevarnos a una fiestecita en la casa de una amiga de una de las comensales, Patricia.

Llegamos a las nueve de la noche a la fiesta, era del tipo "contribución", es decir, había que pagar una cuota que era de 60 sucres, algo más de 2 dólares. Había una cantidad increíble de muchachas, todas muy elegantes, luego nos enteramos que la mayoría eran estudiantes de arquitectura, ¡he ahí la razón!. La música era del tipo "disco", muy de moda mundialmente, Juan y nosotros teníamos un alboroto pidiendo una "salsa", aunque siendo sincero a mí no era que me agradaba mucho, pero para apoyar a mis compañeros, también pedía la música caribeña. Por fin nos complacieron, pero solo una. Nos divertimos muchos e hicimos nuevas amistades. A eso de las dos de la madrugada comencé a sentirme mal, quizás sería lo que por aquí llaman "soroche", o mal de altura.

10 de agosto de 1980

A las once de la mañana salimos a visitar las iglesias de Quito, en una de ellas nos quedamos a participar en la misa, era domingo. Era la iglesia de La Compañía, ubicada en el cruce de las García Moreno y Sucre. Como toda iglesia barroca, tiene infinidad de detalles en el frontis. Se trata de la iglesia y convento de la
Iglesia de La Compañía. GE 2014.
Compañía de Jesús. Es toda una obra de arte, el interior es extraordinario, quien vaya a Quito no debe dejar de visitar este templo. Los restos de Santa Mariana de Jesús están colocados en un arca bajo el altar mayor.
Visitamos también la Catedral de Quito, cerca de allí vi una placa que decía Quito, Patrimonio de la humanidad. El centro de Quito, colonial, es extraordinario, pero lamentablemente no muy limpio (2).

José Manuel se sentía mal y se fue al hotel, Gesualdo y seguimos recorriendo las calles, así llegamos a la plaza de la Independencia donde nos encontramos con una manifestación política en apoyo al presidente Jaime Roldós. Los manifestantes se dirigían al Palacio de Gobierno, que quedaba a un lado de la plaza, casualmente era el día de la Independencia de Ecuador, 10 de agosto. Unos minutos más tarde aparecen el presidente Roldós y su esposa Martha Bucaram, después de saludar a la gente allí reunida dijo: Compañeros, la jornada de esta mañana nos dice que somos un pueblo invencible, ¡ganamos esta y ganaremos todas!. (3).

Nos reunimos con José Manuel y con Juan que estaba con Grace, todos juntos dimos una paseadita más por Quito y llegamos hasta un sitio llamado El Panecillo,
El Panecillo. Foto G. Montero 1980.
donde hay un mirador desde el cual puede observar un excelente panorama de 360 grados de toda la ciudad y las montañas circunvecinas con sus picos nevados como el Cotopaxi (5897 msnm), el Pichincha y el Cayambe (5790 msnm). En la cima de El Panecillo hay una enorme virgen, "La Virgen de Quito", mide 41 metros, pero lo más raro es que tiene unas alas como si fuera un ángel, por lo que los turistas, como nosotros, se confunden. Fue inaugurada en marzo de 1975.

Luego del Panecillo, fuimos a visitar a la abuelita Hermann, que vivía en una ciudad satélite de Quito llamada San Rafael hacia el sur. La casa pareciera que alguna vez fue parte de una hacienda colonial, por un lado le pasa el río San Pedro, lo que hacía que el lugar fuese aún más placentero. La señora Hermann nos atendió muy bien, era sumamente simpática. De allí fuimos a comer helados, Juan nos había recomendado unos muy buenos llamados "helados de paila", encontramos una heladería de esas en la avenida Amazonas y mientras me comía el helado, vi un termómetro que marcaba 12 grados Celsius.

A las siete de la noche cenamos en casa de los Hermann con dos personas más, sumadas a las del día anterior. Se trataba de Edgar, que era un jugador de basket ball y que habían conocido en uno de los juegos del campeonato internacional que se estaba dando en aquellos días en Quito, era de Costa Rica. El otro se llamaba Nelson, y era un compañero de bachillerato cuando Juan vivía en Quito.

Después de cenar tuvimos una tertulia donde cada quien habló de sus respectivos países, así estuvimos como hasta las diez de la noche. Nos despedimos de todos, a la gran mayoría no veríamos más, nos tomamos unas fotos, aunque Juan nos convenció de quedarnos un día más en Quito, para que fuéramos con él a visitar unos pueblos cercanos.


11 de agosto de 1980

A las 7 am nos despertamos y nos preparamos para ir a cambiar algunos traveler's checks al City Bank, a las ocho estábamos en el banco, cambios algunos dólares a sucres y luego nos pusimos a trabajar en el siguiente asunto: ¡la ropa sucia!, yo ya no tenía más ropa limpia. Nos aconsejaron llevarla a una tintorería que lavaba, secaba y planchaba la ropa ¡en una hora!. Se trataba de la tintorería Martinizing, que en realidad era una franquicia, había muchas de esas esparcidas por la ciudad. Encontramos una y mientras hacíamos la cola, observé que las empleadas revisaban todas las piezas que traían los clientes, yo entré en pánico porque me daba vergüenza que revisaran mi ropa interior, le hice el comentario a José Manuel y que mejor los lavaba en el hotel, pero me respondió: !déjate de tonterías y entrega todo!, y al llegar mi turno, cuando, con asaz vergüenza, le iba a hacer entrega de mis interiores, la muchacha me dice no aceptamos ropa interior, calcetines tampoco. ¡Puff, gracias a Dios!, pensé. Dividimos la ropa en dos grupos, uno la ropa de Gesualdo y la otra la de José Manuel, así solo tendríamos dos facturas. Nos dijeron que podíamos buscarla a las cuatro de la tarde, aunque el slogan decía que hacían todo en una hora, no nos importó mucho ya que ese día iríamos con Juan a Latacunga y estaríamos de regreso a las cinco de la tarde.

Regresamos al hotel lo más rápido que pudimos, por la hora, Juan debía estarnos esperando allá. Tomamos un taxi, el chofer nos preguntó si éramos de la costa (de la ecuatoriana, por supuesto), les dijimos que sí, porque pensamos que si le decíamos que era venezolanos nos cobrarían más. Así nuestros pensamientos, Gesualdo se adelantó y le dijo que éramos de Guayaquil (los de esa ciudad tenían fama de bravos y pendencieros), el taxista comenzó a decirnos que él había estado en Guayaquil y mencionaba sitios de los cuales no teníamos ni idea, pero Gesualdo a pesar de todo, se defendió bastante bien.

A las 10:15 am salimos del hotel hacia Latacunga con Juan en su Honda. Parecía que había un boom de autopistas en Ecuador, habían tantas nuevas que Juan se volvió a perder, estuvimos como media hora para acá y para allá, le preguntamos a mucha gente, hasta que por fin dimos con la que nos llevaría a nuestro destino. El paisaje era sumamente hermoso, montañas, colinas con múltiples tonalidades de verde, picos nevados y lo más impresionante: el volcán Cotopaxi, ya que íbamos retrasados, no nos detuvimos a tomarle fotos, lo haríamos al regreso. En uno de esos caseríos, cuyo nombre no recuerdo, nos detuvimos a comer algo que parecía ser muy típico de la zona y que a Juan le gustaba mucho, era algo llamado "cueritos", que no es más que un pedazo de piel de cochino cortado en cuadros, con su grasa, pelos y demás, realmente no me acuerdo si lo probé o no, si lo hice sería por no despreciar las buenas intenciones de nuestro amigo. ¡O quizás él lo haya hecho como una travesura!.

A las 11:20 am llegamos a Latacunga, el Pensil de los Andes. Era un típico pueblo andino, con un significativo movimiento comercial. Nuestra primera actividad allí
Catedral Latacunga. GE 2014.
fue buscar un sitio donde almorzar, Juan quería comer un plato típico de Latacunga, hecho en base a carne de cochino, como era de esperarse. Parece que solo habían dos sitios donde lo vendían, pero estaban cerrados ya que solo abrían los domingos, de manera que seguimos nuestro recorrido hasta Ambato, donde llegamos una hora más tarde. Seguimos con nuestra búsqueda donde almorzar, pero no nos animamos a entrar en ninguno de los que vimos, de manera que aceptamos la sugerencia de Gesualdo de comprar cambures. Es increíble la cantidad de personas que habían en el mercado de Ambato, pero más increíble aún era el tamaño de las mismas, diría que el promedio sería como de 1,40 m con una desviación estándar de 0,10 m, es decir, casi todos estaban entre 1,30 y 1,50 metros de estatura. La población era básicamente indígena, casi todos con su sombrerito andino. Gesulado con su estatura de 1,80 m parecía Gulliver en Liliput, sobresalía en ese mar de cabecitas.

Dimos "unas vuelticas" por Ambato y decidimos regresar, tuvimos la idea de llegar a Riobamba, pero Juan nos dijo que no nos daría tiempo ya que debíamos estar en Quito antes de las cinco de la tarde para recoger la ropa en la lavandería.

De regreso nos encontramos con una estación rastreadora de satélites de la NASA, después de tomarnos unas fotos por el lugar, seguimos un caminito que por allí estaba, averiguando hasta dónde llegaba y hallamos la entrada al Parque Nacional Cotopaxi, la vista del volcán desde allí era realmente impresionante, la inmensa cantidad de pinos sembrados en los alrededores hacían que el escenario natural fuera realmente hermoso.

Gesualdo y José Manuel. Cotopaxi. Foto: G. Montero 1980
Seguimos nuestro camino hacia Quito, en un restaurante de carretera nos detuvimos a almorzar, porque nuestros estómagos ya reclamaban a gritos su ración alimenticia. ¡No tenían nada para almorzar!, tanto dimos que logramos que al menos nos prepararan unos sandwichs, que resultaron ser bastante extraños. Cada quien se comió dos, como postre, Juan sugirió que probáramos unos heladitos muy buenos que allí vendían, nos pareció una locura ya que afuera estaba haciendo mucho frío, pero tanta fue la insistencia que los compramos ¡y los comimos!. El Cotopaxi no se dejaba ver, una cortina de nubes lo tapaba, esperamos una media hora hasta que por fin apareció la cumbre nevada.

A las cinco en punto llegamos a Quito, en volandas fuimos hasta la lavandería para encontrarnos con la sorpresa de que la ropa no estaba lista porque la máquina lavadora se había dañado, que al día siguiente estaría nos la podían entregar. Algo contrariados, le pedimos a la empleada que nos devolviera la ropa aun estando sucia ya que a las siete de la mañana teníamos que viajar a Guayaquil. La muchacha nos dice ¿quién sabe dónde estará la ropa? ya estaba siendo procesada. Le pedí que nos dejara buscar la ropa puesto que no íbamos a regresar. Fue a consultar con el gerente a ver qué se podía hacer y la solución que encontraron fue que nos dejaran pasar a que nosotros mismos buscáramos nuestra ropa. Entramos al área de procesamiento, habían cerros de ropa sucia de quién sabe cuántas personas, prácticamente tuvimos que nadar en ese océano camisas, franelas y pantalones, a las cuales, enhorabuena, le había echado un líquido previo a la lavada que había alejado los malos olores. José Manuel rápidamente encontró su ropa, pero Gesualdo y yo estuvimos un buen rato sumergidos en el curioso océano textil hasta que por fin dimos con nuestros trapos. La muchacha se disculpó y con vergüenza nos decía seguramente no querrán volver a Quito, le dijimos que seguramente sería así, pero no por este incidente, sino porque habían tantos lugares en el mundo por explorar que quizás no tengamos tiempo de regresar, quizás en unos diez años (4). Nos entregó unas bolsas plásticas para meter nuestras cosas y así nos quedamos otra vez con el problema de la ropa sucia y sin nada más que ponernos.

A las seis de la tarde Juan y Grace nos llevan al terminal, aunque teníamos planes de ir a Guayaquil, vimos unos buses que iban directamente hasta la frontera con Perú, a un lugar llamado Huaquillas. Esto fue el puntillazo para que decidiéramos no ir a Guayaquil. En Quito nos habían dicho que no valía la pena ir hasta allá, que era una ciudad sucia, caliente, peligrosa y llena de zancudos, parece que había una rivalidad entre los quiteños y los guayaquileños, ¡y no le dimos la oportunidad de defenderse!, pero en parte tomamos la decisión de seguir hasta Perú ya que queríamos llegar rápido a ver a Machu Picchu y demás lugares tan famosos en ese país sudamericano.

Así las cosas, a las 7:15 pm salimos para Huaquillas, como siempre, sentados en primera fila, vimos por última vez las calles de Quito, no pasamos por Latacunga ya que el bus tomó la ruta de la costa, esto es, por Santo Domingo de los Colorados, por cierto, "los Colorados" es el nombre que se le da a una etnia amerindia porque se tiñen el cabello de color rojizo.

Todo iba sin ningún contratiempo hasta que eso de las once de la noche el bus se detiene, y por una poderosa razón: ¡se quedó sin luces!, no solo las delanteras, las más importantes por supuesto, sino también todo tipo de iluminación, una falla eléctrica general. Al cabo de un rato, la gente se empezó a bajar, así lo hicieron casi todos los hombres. Unos minutos después pensé que era mejor estar fuera del bus ya que todo por allí estaba muy oscuro y resultaba peligroso, no había ninguna señalización de que el vehículo estaba accidentado a un lado de la carretera. Y como con frecuencia me ocurre, al bajarme de un vehículo me dan ganas de desalojar el flavo líquido interno (orine), tendría que buscar un sitio algo retirado para hacerlo, pero a los pocos segundos pasó un vehículo cuyas luces alumbraron el lugar y ¡oh sorpresa!, gran cantidad de hombres estaban orinando alrededor del bus, apuntando el chorro hacia el transporte. No me atreví a hacerlo allí, me retiré un poco e hice mi descarga. Estuvimos detenidos en el lugar cerca de una hora, una vez con el problema de la luz resuelto, continuamos nuestro viaje. Por cierto, la temperatura por esa zona era más bien caliente.

Justo al amanecer llegamos a una alcabala donde los extranjeros debíamos registrarnos, al bajarme lo primero que vi fue una gran valla que decía Ecuador, país amazónico, refiriéndose al reclamo que hace esta nación sobre un territorio de la Amazonía que en ese momento estaba bajo el dominio de Perú, es decir, un problema limítrofe como muchos hay en el planeta. Entramos en la caseta donde debíamos registrarnos, pude observar en el cuaderno que allí tenían las nacionales de los demás extranjeros: italianos, ingleses, japoneses, franceses, suizos... hice un recorrido visual por toda la hoja pero no encontré venezolanos.

Estábamos ya muy cerca de Huaquillas y ya era el 12 de agosto.






NOTAS:
(1) La primera transmisión oficial de televisión a color en Venezuela fue el primero de junio de 1980, pero solo en la Televisora Nacional, Canal 5. Luego se fueron sumando las demás estaciones privadas. Duró un tiempo hasta que se popularizara este tipo de transmisiones. En 1978 y 1979 algunas transmisiones se hacían experimentalmente a color, como uno que otro juego de las grandes ligas, la entrega del Oscar, y programas especiales. Recuerdo un programa realizado por Renny Ottolina, Churún Merú, que causó una gran sensación.

(2) En 1980.

(3) Poco tiempo después, en mayo de 1981, el presidente y su esposa, además de varios de los miembros de su comitiva, perdieron la vida en un accidente aéreo en Ecuador.

(4) Ya van 39 años (2019) y aún no he puesto un pie en Ecuador. No se ha dado la oportunidad.

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